Pero las cosas evolucionan y la especie humana no sabe hacer que nada ocurra de forma sostenible y paulatina. Los humanos somos, más bien, de blanco o negro, de todo o nada… Y lo queremos YA.
Así que, siendo consecuentes con nuestra propia naturaleza y atendiendo a esa nostalgia, si mezclásemos ambas vertientes en una misma hipótesis, la de poder surfear hoy como se surfeaba ayer, ¿cuántos realmente estaría dispuestos?
A priori la pregunta parece absurda, pero pensad: ¿serías capaz de arreglártelas sin Windguru, Magicseaweed, Surfline…? ¿Qué harías, de repente, sin webcams y chats que te informan puntualmente del estado del mar e incluso de un fondito puntual?
Imagina tener que volver a leer en el periódico la información del mar, escrita por el mismo que se ocupa de los horóscopos, y con ello hacerte una idea de cómo pintan los bañitos de la semana. Ya que damos por hecho que, al igual que nosotros, serías incapaz de interpretar las pistas de la propia naturaleza (color del cielo, brisas marinas al anochecer, cambios de temperatura…), ¿no?
Y es que la tecnología brinda un conocimiento rápido en detrimento de la pausada lección de lo natural. De modo que el nuevo debate ya no atañe únicamente a ‘si estaríamos dispuestos’, sino a ‘si seríamos capaces’.
¿Volveríamos a entrar, conociendo lo que conocemos, a surfear durante 4 inviernos con la misma armadura permeable, rígida, pesada… cuyas costuras se asimilan a las de una silla de montar a caballo? Y ya puestos, ¿estaríamos dispuestos a renunciar a esa cómoda autovía que nos comunica con cada ‘spot’ en un abrir y cerrar de ojos?
Lo de volver a surfear ‘como antes’ iba en serio y si esta hipótesis hubiese sido un deseo formulado al genio de la lámpara habría supuesto un cambio total, sin pijadas, un cambio drástico y literal. Por eso, al amanecer, ese tramo de veinte minutos en el que hoy te plantas en otro spot cuando el viento no te convence en el primero, ahora pasa a ser una vieja carretera comarcal que, sumada a un viejo coche destartalado y sin aire acondicionado, hace que dicho desplazamiento te produzca ‘jet lag’.
En cuanto a tablas…. Sin ‘rocker’ o con demasiado ‘rocker’. Quillas fijas con una colocación discutible o, los pros, unas desmontables de plástico, blandas como chicles y con un flex que ni el chino contorsionista de Ocean’s Eleven. Luego todo, en conjunto, unos 7 u 8 kilos de regalo. ¡Hala, a hacer aéreos y rotaciones, chicos!
Pero lo peor de todo… ¡Lo absolutamente dramático sería tener que ir al baño sin poder mirar Instagram!
¿Qué sería de nosotros sin toneladas de nuevas fotos, sin contenido, sin vídeos, sin artículos ni noticias un día tras otro? Ahora, que somos bestias devoradoras de novedad… ¿Cómo volver a esa revista trimestral para enterarte de quién ganó el campeonato mundial hace dos meses, sin saber qué desayuna o si es tolerante al Gluten?
Adiós a los filtros y al Tik Tok. Adiós a los pasatiempos perpetuos que matan el tiempo y el cerebro pero que nos mantienen tan entretenidos, informados y contentos. ¡AYYY!
Al llegar verías unas buenas orilleras, huecas y potentes, y tú estarías solo, pero… ¡Qué putada no poder postear la hazaña! ¡La peña se iba a morir de envidia! …No sabemos si nos rentaría volver a surfear como antes.
Un comentario
Y que sería de nosotros sin Mar Gruesa!! Porque en esa vuelta al pasado tampoco tendría cabida no?
Todo cambio tiene ventajas e inconvenientes…las playas asturianas están a reventar en verano pero el otoño y el invierno son llevaderos porque no es para la foto sino para el que de verdad quiere salitre!