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Sobredosis de surf

Instagram, grupos de Whatssap, webcams, nuevos edits, nuevos clips, noticias de la WSL o un nuevo ‘contest’ en ‘streaming’…
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A veces todo lo que representa para nosotros el surf, además de los baños en sí, llega a tener tantos flancos o resultar tan intenso, que puede acabar por generar una especie de sobredosis de la cual necesitamos desconectar.

Pero la cuestión ‘desconectar del surf’ entraña varios aspectos que no resultan tan simples como parecen a primera vista.

El primero de todos, naturalmente, atañe a la forma física y el rendimiento sobre la tabla.
¿Qué ocurriría si le damos un respiro al surf durante un par de meses?
Esta cuestión debería responderla un entrenador o un profesional. No obstante, todos sabemos cuán exigente es nuestro deporte y las repercusiones que pueden derivar de tirarse una larga temporada ‘en seco’. Y no hablamos sólo de consecuencias físicas, fácilmente subsanables en el gimnasio, sino de otro tipo de incógnitas que atañen a cualquier surfista, sea cual sea su nivel: ¿afectan realmente varios meses sin surf al performance? ¿Una temporada sin surf puede cortar de manera crucial toda una línea de progresión? ¿Y las tablas… Seguirían sirviendo? ¿Podría ocurrir que ese parón genere aún más desgana? …Cuestiones, todas, difíciles de responder. De ahí que el temor ante los posibles efectos secundarios de unas ‘vacaciones surferas’ más o menos prolongadas hace que sigamos ‘on’, aunque cuerpo o mente nos pidan un respiro.

Y es que cualquier actividad, física o mental, que tengamos sobreexcitada de forma constante acaba por estresar el cuerpo (sobre todo, los grupos musculares más activos) y la mente (que no cesa de marcarse metas, analizar y lidiar con frustraciones). Por tanto, resulta casi esencial dar un respiro para recargar pilas y motivación.

No obstante, una vez más, ¿por qué con el surf no ocurre así?
Y aquí entra en juego otro valor determinante: nuestra incapacidad para decidir sobre el mar.
¿Y si mañana no está tan bueno? ¿Y si la semana que viene está plato? ¿Qué me perderé si no voy?
Este tipo de dudas nos impulsan a seguir forzando la máquina del surf ya que la incertidumbre que entrañan las olas es un factor de la ecuación que va por libre y, por tanto, vivimos sujetos a él casi obsesivamente, sin atrevernos a dar el paso ‘por si las moscas’.

Finalmente, nos encontramos con otra limitación ajena a nosotros mismos: nuestro entorno.
Si la mayoría de nuestros contactos telefónicos son colegas de la playa, si las webs que chequeamos diariamente son de surf, al igual que los canales que seguimos en Youtube, Instagram… O si solemos ver tutoriales y análisis de material porque nos gusta estar a la última con cada nuevo modelo de tabla… ¿Cómo podríamos, entonces, desconectar realmente del surf si éste copa prácticamente el total de nuestro ocio?

Tal vez algún audaz lo intente con todas sus fuerzas y deje de entrar en Insta o de ver cómo van las mangas en J-Bay. Pero, aún así, ¿cómo lograrías escapar de las fotos y los partes de olas y las ‘reviews’ de los baños de tus amigos?

En fin, la desconexión total es un asunto complicado y, sinceramente, lo tienes jodido. Aunque si ese hombro empieza a molestar o lo que sientes al ir al agua ya no es lo que era… Quizás sea el momento de sentarte un rato contigo mismo a reflexionar. Eso sí, ¡apaga el móvil!

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