Motivo 1. Es poner el pie en la orilla y que empiece a bombear la serie del día. Empiezas a remar: patos y más patos. ¿De dónde coño salen tantas olas? ¡Desde el mirador no caían series así!
Cierto. El cabrón del mar estaba esperando a que nos tumbásemos sobre la tabla a remar.
Motivo 2. Ok, por fin llegas al pico tras 542 patos, con medio hígado fuera y una tendinitis en cada hombro y… ¿Dónde están las olas? Esperas y esperas y ya no vuelve a caer otra serie como la que te ha cazao entrando. ¿Dónde coño están las olas? Esperas y esperas hasta que, desesperado, remas la primera chusta que llega y, cuando te das la vuelta, ¡ahí estaban las olas! Esperando a que te precipitases para volver a romperte, unas tras otra, en toda la cara.
Motivo 3. Hoy te lo tomas con un poco más de calma porque dan viento surf todo el día, así que arañas una horita más de sueño.
Desayunas, te preparas, llegas a la playa y, efectivamente: surazo por el libro y un mar glassy.
Te cambias feliz, te subes el neopreno feliz. Echas a remar y hoy no te coge la serie… ¡Estás feliz! …Hasta que llegas al pico y comienza a soplar una brisilla rara e inespera que a los veinte minutos se convierte en un onshore que deja el mar roto para el resto del día.
En fin…
Motivo 4. Hoy dan mal viento así que decides aprovechar el día para hacer recados. Ir al banco o a Hacienda o al super o a limpiar el coche o…. Sea como sea, ese día el mal viento no hace acto de presencia y tú acabas proclamando al aire unos insultos que ni la niña del exorcista.
Motivo 5. Hay un buen puñado de gente en el pico pero tú respetas tu turno. Llega la serie y coge el primero, luego el segundo, luego el tercero… El siguiente eres tú pero, ¿dónde está tu ola? Para cuando todos han remontado y el pico vuelve a ser más caótico que el parking del Carrefour, llega la dichosa olita, pero le cuadra mejor a otro y tú vuelves a quedarte viéndolas venir.
Motivo 6. Hoy te has levantado con ganas de ir a ese sitio donde rompen unas olas bien largas aunque haya más gente. Da igual, estás dispuesto a coger menos, pero de más calidad.
Llegas y el ‘point’ está bien claro: todas de derechas, rompiendo de ahí hacia allá. Te cambias y, una vez dentro, ¿dónde rompía exactamente? ¡Mira esa! ¡Mira aquella! Todas parecen romper unos metros más allá de donde tú estás. Si te metes un poco más, te pillan demasiado profundo como para pasar la sección. Si te sales al brazo, no llegas a cogerla o ya va otro… ¡¿Dónde coño hay que situarse para coger una decente?!
…El mar no te lo pone fácil ni en la más sencilla de las olas. Por eso unas veces lo odiamos y otras lo amamos, pero siempre le pertenecemos.
Un comentario
Te has olvidado de las autoescuelas de surf. Eso es lo que realmente alegra y ennoblece una sesión de surf.