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Saltadas a patadas

Hoy vamos a hablar de algo muy desagradable que nos afecta a todos. No, no se trata de Hacienda ni de los controles de alcoholemia, así que, por descarte, sólo se puede tratar de una cosa: las saltadas.
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Prueba a saltar una ola en Pipe, o en La Santa sin ir más lejos, y ya puedes haber hecho un master un diplomacia para salir airoso.

No sabemos cómo ni cuando surge el fenónemo de ‘la saltada’. Tal vez el precedente original fue un cavernícola que se pasó por el forro su turno en la cola a la hora de zampar un trozo de carne. Lo que sí sabemos seguro es que el hombre es egoista por naturaleza, y el surfista más aún.

Por desgracia, el acto de saltar y culebrear viene siendo un ingrediente agrio, ácido y tristemente habitual en los baños. Y da igual desde dónde estés leyendo ésto. Seguro que esta movida te afecta.

Lo curioso es que el fenónemo, inicialmente vinculado a olitas de playa fofas y veraniegas, ha ido evolucionando hasta ganar protagonismo en olas heavys donde uno se la juega, ya sean célebres desembocaduras, reefs cortantes y secos o points con fondo de piedra bien durita, como la cara de alguno. Pero por alguna razón en algunos lugares aún consiguen mantener a raya a los jetas. Prueba a saltar una ola en Pipe, o en La Santa sin ir más lejos, y ya puedes haber hecho un master un diplomacia para salir airoso.

Porque las saltadas no son sólo humillantes, deshonrosas e injustas…muchas veces son peligrosas.

Lo cierto es que cada vez son más los que se apuntan a la moda de ‘la saltada’ (no, no es el nuevo baile de Georgie Dann. Es un movimiento aún más vergonzoso) aunque las excusas siguen sin evolucionar. Aún figuran en las listas de grandes éxitos el ‘perdón, no te vi’, el ‘pensé que no pasabas’ o, ‘es que llevo mucho sin coger una’. Todas ellas explicaciones de mierda que no hacen más que añadir tensión, estrés y peligro en picos ya saturados de por sí y con olas capaces de dar algún que otro susto.

Las escuelas deberían educar bien a quienes empiezan para que éstos tengan siempre presente el tema de la preferencia. Los que entran al agua a batir record de coger olas deberían calmarse un poco y ser conscientes de que hay más gente compartiendo pico con ellos. Y no estaría mal que quienes visitan una ola ajena lo hiciesen con respeto hacia la gente local, sea cual sea su nivel o si está entrenando o no. Ésto facilitaría en gran medida la armonía de nuestros baños y, qué cojones, nos endulzaría un poquito más la vida a cada uno de nosotros, ¿no creéis? …Aunque siempre habrá alguien con la cara más dura que el mármol.

Bastantes miserias hay ya en la vida como para trasladar eso al surf, ¿no?.

Toda esta teoría está muy bien, pero la tentación de ver toda una pared por delante hace de la saltada un pecado a veces demasiado tentador. Algo así como el sexo o el chocolate…a veces es simplemente inevitable.

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