El gobierno ha elegido un comité de sabios, entre los que (creemos) no hay ningún surfista.
Lo del tema del cambio horario empezó siendo un pretexto tonto de las grandes empresas, según las cuales, suponía un considerable ahorro energético. Tonterías en vinagre. El frío y la escasez de luz invernal es la misma, así que a todo buen hijo de vecino nos toca dejarnos los cuartos en calefacción y luz eléctrica. Y mientras tanto, las eléctricas frotándose las manos y soñando con una era glacial perpetua.
Sin embargo la Unión Europea, que para asuntos idiotas es de lo más resolutiva, acaba de dar una especie de ultimátum a España según el cual nuestro país ha de decidir una franja horaria fija e inamovible.
Pues bien, ahora toca decidir con qué horario quedarse. ¿El de invierno? ¿El de verano?
Hay días en que, debido al coeficiente y el horario de la marea, la peña se planta en la bocana de Mundaka de noche con el fin de coger la barra clásica sólo con unos pocos, que por cierto cada vez son más. Bien, pues a toda esta peña (y demás olas en circunstancias similares) el atrasar una hora sería como despellejarles vivos, ya que esas condiciones que se dan ciertos días al año son tan específicas que una hora de luz supone el poder disfrutar de ellas o no.
Por otro lado, está el currela a jornada partida cuyo haz de esperanza vital gira en torno al ansiado cambio horario que le permita rascar un bañito rápido a última hora en los meses con más luz. ¿Acaso éste no se lo merece tanto como los otros? A ver quién es el guapo que le dice: hala, jódete, todo el año con horario de invierno… Igual se quita el boli de la oreja y se pone a secuestra reenes en su oficina. ¡Razón no le faltaría!
Al surfer vago, al que le mola tomarse una caña al salir del agua (y acaban siendo 3 ó 4) probablemente se la traiga al pairo una hora arriba o abajo. Es más, cuanto más se retrase el amanecer y más hueco haya por la tarde… Mejor que mejor. Sin embargo, los baños a media tarde son los que más indiferencia generan a la mayoría puesto que todos, en mayor o menor medida, somos fans del baño a primera o el baño a última.
En fin, que ahora el gobierno de España se enfrenta a una decisión delicada que nos afecta a todos, como surfistas o como ciudadanos. Lo que pasa que cada uno lo extrapola a lo suyo.
¿A quién le toca decidir semejante cuestión? ¿A las eléctricas? ¿A las grandes empresas que mueven los hilos? ¿A los locales de un spot caprichoso? …Seguro que a éstos último no. Según parece el gobierno ha elegido un comité de sabios, entre los que (creemos) no hay ningún surfista.
¿Os imagináis que, efectivamente, seamos los surfers los encargados de decidir eso? En ese caso, los unos acabaríamos echando en cara el resultado a los otros, quienes pagarían los platos rotos del resultado. Esto generaría la fragmentación de una sociedad, una situación de violencia desatada perpetua y el debacle de una sociedad zombie sustentada en alegaciones como: ¡Ves, ¿Dónde han quedado esos baños a primerísima hora?! ¡Por tu culpa, por tu culpa… Por tu gran culpa!