Históricamente los surfistas y el verano siempre hemos sido buenos amigos. O eso se suponía. ¡Ya lo decía Bruce Brown! ¿Quién no soñaba con vivir en un verano sin fin? Camisas de flores, fiestas en la playa, días largos y calurosos, más tiempo libre, surf en bañador…
Lo cierto es que no sabemos hasta qué punto ese cliché fue cierto alguna vez y cada vez son más los que echan pestes de esta época del año.
A decir verdad, no nos extraña que muchos acaben aborreciendo un poco estos meses ya que resulta más difícil encontrar un sitio en el parking o pegarse un bañito tranquilo que ganar el Euromillón. Y eso por no mencionar las colas que hay que hacer para todo o la subida indiscriminada de los precios de las tapas, las cañas o cualquier cosa susceptible de ser vendida en chiringuito o ‘bareto’ con vistas al mar.
Incluso en veranos como éste, en el que aún no ha habido un platazo monumental (toquemos madera), cuesta mantener la calma ante el tropel de gente que invade sin ton ni son, y a veces fuera de lugar, cada centímetro cuadrado de parcela libre en playa, montaña, río o parque.
La otra cara de la moneda es la de quienes, lejos de descansar, se tiran currando estos meses con el fin de llenar un poco el calcetín. Para esta gente, que suda mientras el resto bosteza, y no tiene hueco a darse ni un mísero bañito en toda la semana, no hay debate posible: ¡maldito verano!
Nosotros no queremos ponernos en modo ‘hater’ ni empañar las sonrisitas de los fans veraniegos, simplemente abrimos un debate: ¿son el verano y el surf dos buenos amigos o su amistad es algo irreconciliable? ¡Venga, debatamos con una caña y con mucha calma! …Al fin y al cabo se está bien en esta terraza y mañana no madrugamos 😛