Artículo de Jordi Ribalaygue, periodista de El Periódico.
Esto pasaba hace casi un año:
Tres surfistas entre ellos Manel Maestre, un profesional de la zona entraban al agua aprovechando el temporal. La bandera era roja y el ayuntamiento había alterado de la mala mar. A la salida de la sesión la policía los esperaba en la orilla para multarlos.
“Los tres que entramos al agua somos instructores. Trabajo en Galicia y estamos acostumbrados a los temporales. Este verano hemos llegado a tener olas de 3,5 metros. Las de aquel día en Barcelona eran de 2 a 2,5 metros, asequibles para alguien con experiencia y conocimiento”, recalca Maestre. Uno de los agentes que lo abordó nada más salir del agua le apercibió con una posible sanción de 750 a 1.500 euros. ¿El motivo? Una supuesta infracción de la ordenanza de civismo por adentrarse en el mar con bandera roja. “Nunca me ha llegado la multa a casa, pero a un compañero sí. Fue absurdo. Los que nos dedicamos a esto y conocemos el mar sabemos mejor que nadie si las condiciones son adecuadas o no”, zanja.
Unos meses después él Ayuntamiento dio la razón a los surfistas. El consistorio tiene listo un decreto pendiente de aprobar que regula la práctica deportiva en el litoral. Admite que, hasta ahora, las circunstancias en que estaba permitido surfear en la ciudad resultaba
La orden municipal trata de deshacer la confusión. La orden fija que el surf, el paddle y el ‘windsurf’ están autorizados “en general” cuando se declare un plan de emergencia en estado de prealerta o alerta por fuerte oleaje. En este caso, la responsabilidad recae en los deportistas que se atrevan a introducirse en el mar. No obstante, el ayuntamiento puntualiza que los cuerpos de seguridad podrán intervenir “excepcionalmente” para “prohibir” que se surfee “si perciben que hay un riesgo grave y concreto para la seguridad de las personas”.
Representantes de los deportistas como sindicatos policiales consideran que al decreto le falta concreción para ahorrarse discusiones y malinterpretaciones.
“¿Cuál será el criterio de los agentes para decidir que se corre o no peligro? La persona que prohíba hacer surf, ¿qué conocimiento tiene del medio y de nuestro deporte?”, plantea el presidente de la Federación Catalana de Surf, Carles López.
El ayuntamiento señala que los agentes de la Guardia Urbana estarán facultados para ordenar a los surfistas que se queden en tierra cuando detecten que su vida puede verse amenazada. Argumenta que los policías cuentan con experiencia y conocimiento para identificar peligro en el mar. Aclara que los urbanos no controlarán quién entra al mar con una tabla de surf ni comprobará si están federados o disponen de seguro. La nueva regulación municipal estipula que “debe fomentarse” que quienes surfean dispongan de una credencial, pero no la exige.
Representantes de la plantilla de la Guardia Urbana discrepan que la responsabilidad de dictaminar si el mar entraña riesgo también para los surfistas se escurra a los policías. «No debería de ser un agente quien la tomara por decisión propia. Tendría que ser la jefatura del cuerpo o la capitanía del puerto quien dicte una resolución y que los agentes la hagan cumplir porque, salvo excepciones, no sabemos cuándo la práctica es peligrosa”, aduce el secretario de organización de UGT-SPL, José Casas.
“Es ambigua y de difícil aplicación por falta de efectivos y porque faltará una unidad de playas que opere durante todo el año. Si me apura, diría que es también arbitraria”, cuestiona el portavoz de CSIF en la Guardia Urbana, Eugenio Zambrano. Aparte, indica que “no se podrá vigilar dentro del mar porque las barcas no navegan fuera de la época estival”. Según la
Tras el desencuentro con la Urbana, Maestre no comprende que el acceso al mar para los surfistas pueda quedar supeditado al juicio de un policía. “Cualquier persona que no es surfista y vea olas de un tamaño considerable sentirá que existe peligro. Lo que nos pasó con la Guardia Urbana el año pasado puede volver a ocurrir”, presiente.