¿Os imagináis a Taj Burrow como jefe de jueces en Margaret o a CJ Hobgood en Fiji o Teahupoo?
Acaba de terminar el Quik Pro France, y nadie pone en duda que Jeremy Flores ha sido el justo ganador. Pero ya desde ronda 1 hubo alguna manga controvertida, y por alguna razón Leo Fioravanti ha estado envuelto en algunas de las mangas más apretadas, saliendo beneficiado en la primera y en cuartos frente a Ace Buchan…pero que pudo haber sido perjudicado a ojos de mucha gente en su manga de semis frente a Italo Ferreira.
El caso es que no hay campeonato sin polémica, y ahí es donde está la gracia muchas veces; pero si dejamos el corazón de lado, lo ideal sería que no las hubiera, algo en principio imposible en un deporte como el surf donde la subjetividad es parte del juego. Cuando nos enfrentamos a casos como éstos, donde el detalle más mínimo repercute de forma determinante, nos preguntamos hasta qué puntos el criterio de los jueces es 100% acertado. Sabemos a ciencia cierta que son gente preparada, con un sentido de la justicia fuera de toda duda, y en muchas ocaciones con un nivel de surf muy bueno…pero no dejan de ser humanos.
Su exhaustiva preparación se complementa con infinidad de charlas explicativas con los propios surfistas, así como la posibilidad de repetir y apreciar cada maniobra en ‘slow motion’; el famoso VAR ya había llegado al surfing antes que al fútbol. Por tanto, no ponemos en tela de juicio su nivel de conocimiento. Lo que sí nos preguntamos es, ¿hasta qué punto una persona que jamás se ha bajado una bomba en Teahupoo o se ha planchado un ‘full rotation’ puede atribuirle un valor exacto a dicha ejecución?.
Hace años la cosa era más simple y ganaba el tubo más largo o el vuelo más alto, pero hoy en día la cosa se complica y entran en juego factores como el punto de la ola en que se ha ejecutado, la zona en la que se aterriza, la altura, el grab o su grado de ‘invertido’. Y en tema de tubos… La intensidad de la ola, un ‘take off’ tardío o el tiempo tocando ‘foamball’, por ejemplo.
A donde queremos llegar es que sería la hostia que fuesen los propios ex-CT quienes entrasen de alguna manera aportando su experiencia y sus conocimientos técnicos en determinados spots.
¿Os imagináis a Taj Burrow como jefe de jueces en Margaret o a CJ Hobgood en Fiji o Teahupoo? Ellos podrían decir: ‘hey, hey, que eso que acaba de hacer el tipo ese es jodidísimo por esto y por lo otro. Mínimo un 7,57’. Es decir, palabra de Dios.
De esta forma, el Tour no sólo adquiriría más credibilidad a la hora de imponer puntuaciones o criterios sino que, además, a todos los fans nos encantaría ver a toda ese gente mítica haciendo gala de su experiencia y conocimiento. Eso, o que inventen algún tipo de algoritmo que mida con «objetividad» lo que vale cada maniobra. Visto lo visto, no nos extrañaría en absoluto.
Si quieres poner cara a los jueces de la WSL, puedes hacerlo aquí. El mismo ex-WCT Ben Dunn es parte de la plantilla, así que esta idea no parece tan loca…