El 20 de junio comenzó oficialmente el verano y nos da que ningún surfista se puso especialmente triste en la despedida de esta primavera de 2024.
Es cierto, no sabemos desde qué lugar estáis leyendo estas líneas y tal vez en vuestros ‘spots’ el tema de las olas no haya sido tan nefasto durante las útimas semanas (incluso meses). Pero en nuestro caso, tristes ratas de oficina a merced de los caprichos del Cantábrico, las condiciones han sido -por regla general- tan cutres, tan escasas, tan tocadas de viento… Que realmente tenemos la firme convicción de que esta ha sido la peor primavera que recordamos y, por tanto, nos importa un pepino despedirnos de ella hoy mismo.
Y nos fastidia especialmente este saborcito agridulce (más bien agrio de narices) ya que se trata de una época que nos solía encantar: los días son largos, el agua calienta, los guiris aún no acuden en forma de avalancha masiva… Pero aún así, ¡que le den a la primavera de 2024!
Es más, todo este cúmulo de baños calamitosos nos ha hecho apreciar la suerte que teníamos antes y a la que no le concedíamos el valor que merecía.
Hablo de una época dorada en que imperaban diariamente los baños de un metrito más o menos ‘glassy’ donde uno sabía que no se haría ni un solo tubo, pero que resultaban divertidos después de todo.
¡Ay! ¡Qué acertado es el refrán! …Hay que dejar de tener algo para comenzar a valorarlo.
¡Cuánta vidilla nos daban aquellos grupos de Whatssapp donde reinaba la mofa tras hacerse ‘viral’ el vídeo de un colega celebrando un tubo en lo que más bien era una triste colleja del labio sobre la nuca! ¡O esa otra foto en que uno decía haber hecho un aéreo cuando en realidad parecía una trucha saltando de forma descontrolada! Buenos tiempos, ¿verdad?
Todas esas cosas que antes pasaban desapercibidas debido a su matiz rutinario entrañan hoy pura añoranza de tiempos mejores. Tiempos en que mirabas la hora de salir del curro porque sabías que ‘algo se iba a rascar’. Tiempos en que aspirabas a un ‘combo’ de reentry + floater en lugar de Netflix + Doritos.
¡Miradnos ahora! ¡¿En qué nos hemos convertido?! La gente de esta oficina, que lleva sin coger una ola decente más de dos meses, tiene la cara más mustia que los orcos de Mordor el día después de que Frodo destruyese el anillo. Es más, la propia oficina en sí -así como nuestros grupos de Whatssapp- parece el típico poblao fantasma del viejo oeste sobre el que rueda un matojo de malas hierbas.
¿Acaso el Cantábrico, aquel del que tanto nos quejábamos por su falta de calidad, nos tenía mal acostumbrados con eso de ofrecer un bañito prácticamente a diario? ¿Qué ocurriría si el hecho de tener un baño decente al mes pasase a ser ahora la pauta general?
¡Nos da miedo sólo con pensarlo!
Por si acaso, y para que el Armageddon nos pille preparados, recurrimos a vosotros, querida -¡queridísima!- audiencia con el fin de que nos aportéis ideas en caso de épocas prolongada sin surf.
¿Deberíamos comprarnos una batería eléctrica? ¿Apuntarnos a clases de canto? ¿Jui Jitsu? ¿Un curso de cocina? Y nuestra próxima tabla… ¿Seguimos fieles a los 29L o subimos hasta los 32L en base al indiscriminado consumo de Doritos y palomitas que nos traemos?
Si bien los medios de surf solemos aportaros los típicos ‘5 Tips’ de turno, en plan: 5 ‘Surf Trips’ para el verano; 5 Consejos básicos para mejorar el ‘Cut Back’; 5 Ejercicios para estar más fibraos que Italo; 5 maneras en que puedes vencer a Kelly en una manga; bla, bla, bla… En este caso, dado que somos verdaderos primates monotemáticos con el asunto de las olas, ¡os pedimos consejo encarecidamente! ¡¡De verdad!! ¿A qué podemos recurrir en la vida cuando aquello que amas y te marca tanto falla de este modo?
Por lo pronto, en cuanto termine este penoso artículo (por llamarlo de algún modo), un servidor se va al super a comprar un paquete que 500 velas para improvisar un altar en mi escritorio e implorar un verano más digno que esta primavera.
