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El tubo de tu vida

Pues nada, el otro día estábamos los de la cuadrilla tomándonos unas cañas y salió el dichoso tema de ‘la ola de tu vida’.
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En serio, ¿todos tenéis grabados la ola de vuestra vida? ¡Venga, no me jodas! Si eso parece de peli americana. No empecemos otra vez con el temita, siempre comparando o teniendo que escoger…

Pero bueno, el caso es que haciendo memoria –y para no desentonar con las batallitas generalizadas- sí se me vino a la mente una ola lo suficientemente memorable como para ser comentada. Eso sí, capaz de hacer pedazos la poca dignidad surfística que me queda.

Voy a compartirla con vosotros para ver si hay alguien más por ahí con una historia similar y, de esa forma, poder crear un club de ‘losers’ para apoyarnos moralmente.

El caso es que estaba hace unos años en Las Landas para ver a los pros. Un día, el evento estaba ‘on hold’ hasta las 12 a.m. porque el mar había amanecido raro, pero se esperaba una mejoría notable en las condiciones a lo largo de la mañana. 

Recuerdo que había un fondito que para mi listón (y el de mi cuadrilla) rozaba lo épico. Pues bien, como aún faltaban un par de horas, decidimos entrar al agua y hacer tiempo hasta que se reanudase la competición. Y en medio de ese contexto: pros rondando, gente en la orilla, sol y cámaras… ¡Va y me cuadra un tubito! Cuando salí no daba crédito y lo comenté con los colegas: 

– ¡Ey! ¡¿Lo habéis visto?! ¡Buahhh!

– ¡Sí! Ha estao guapo. ¡Qué buena!

– He llegao a tapar, ¿no?

– Sí, se te ha visto metido.

– ¡Eso, eso! ¡Estuve dentro! ¿No?

– ¡Que sí, coño!

– ¡¡Yo creo que he tapao entero!! ¡¿Me habéis visto no?!

– ¡Que sí, hostias! Puto pesao…

Y así permanecimos comentando la hazaña del viaje (y de mi vida) hasta que dio comienzo la competición. 

Recuero que nada más comenzar, en la primera manga, Owen Wright bajó una doblada por el aire y se hizo un tubo rápido más grande, más intenso y más técnico que el mío. El tío salió como si nada, sin hacer ‘claim’ ni hostias, ¡como si no hubiese contado para él! Y los jueces le pusieron un 3.47 al considerarlo una especie de ‘warm up’ al que luego siguieron, efectivamente, un festival de cavernas con notas excelentes mientras yo, humillado y hecho polvo, reparaba en que la ola de mi vida era apenas un chiste para toda aquella gente.

Por eso, cuando hoy me preguntan acerca de la ola de mi vida, respondo con evasivas y me las doy de profundo al proclamar que la mejor ola que uno pilla es la primera de todas, porque ha sido la que le ha enganchado a un deporte tan especial. 

¡Y una mierda!

Como no me va a joder el tema si mi mejor ola, la que realmente llevo en el recuerdo, no hubiera llegao a ser ni a un 2 según el criterio de la WSL. ¡Maldito Owen Wright! Con lo bien que vivía yo en mi mundo de fantasía…

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