El surfing está en pleno auge. Es innegable. Se estima que somos en torno a 37 millones de personas alrededor de todo el mundo las que decidimos sacrificar compromisos por un bañito rápido, que nos pegamos horas delante del parte intentando descifrar el próximo buen swell, que madrugamos un domingo para coger la marea en su punto o las que le damos mil vueltas a la cabeza por habernos caído en la bomba del día. Si bien es cierto que cada uno de nosotros vive el surf a su manera, estaremos casi todos de acuerdo en que tiene algo que nos hace negarnos a verlo como un deporte más. En mi caso lo tengo claro: la unión con la naturaleza, la impredecibilidad de las condiciones, el sentimiento de vulnerabilidad que nos hace sentir el mar al mismo tiempo que la sensación de control que nos da el hecho de jugar en un medio caótico y cambiante que no es el nuestro. De hecho, la inclusión del surf en los Juegos Olímpicos no fue una noticia bien recibida por gran parte de la comunidad, probablemente por oponerse a reducirlo a su faceta competitiva o por no reflejar su verdadera esencia, la que, a modo de imán, tira de nosotros hacia el mar siempre. No obstante, a ojos de aquellos a los que nos toca analizar la parte más mecánica y objetivable del surf, el ingreso de este dentro del marco deportivo mundial ha conllevado un interés creciente en la investigación que nos ha puesto las cosas más fáciles a fisioterapeutas y entrenadores, entre otros, a la hora de optimizar la práctica deportiva en todo el espectro de surfistas, desde principiantes hasta competidores.
Está claro que, para muchos de nosotros, el surfing supone un pilar fundamental de nuestro estilo de vida, clave en nuestros lazos sociales, culturales y personales, por lo que el impacto de lesiones o dolores que nos impiden o dificultan la actividad pueden afectar no solo a nuestra salud física sino también a nuestro bienestar y calidad de vida. Esto unido a la creciente popularidad del deporte, a los nuevos estilos más progresivos y a las exigencias competitivas que han traído de la mano un aumento de las demandas físicas, crean la necesidad de concienciar a la comunidad sobre la epidemiología de lesiones asociadas al surf y las opciones con las que contamos hoy en día para su prevención, detección y tratamiento.
En términos de prevalencia de lesiones, el podio se lo llevan las lesiones de origen traumático, en su mayoría relacionadas con el entorno y condiciones (golpes contra el fondo, cortes con quillas, choques con nuestra propia tabla o con la de otro surfista…) Lamentablemente, poco podemos hacer para evitar estos accidentes, son inherentes al deporte. Pero coincidirán conmigo en que muchos de estos se podrían prevenir con una educación básica y un llamamiento al respeto y al sentido común.
En cuanto a lesiones musculoesqueléticas, S. Hanchard y colaboradores llevaron a cabo una revisión en 2020 que pone el foco sobre tres regiones que parecen ser las más afectadas entre los surfistas. La espalda sería la zona que presenta una mayor prevalencia de lesiones con casi un 30% del total de las registradas, seguida del hombro con un 23% y del cuello representando prácticamente un 17,5% de estas. La rodilla se llevaría el cuarto puesto con aproximadamente un 10%. Por otra parte, en cuanto a mecanismo lesional, el podio se lo lleva el remar, siendo la causa de un 37% de todas las lesiones reportadas recogidas en esta revisión. No es un dato que nos deba sorprender mucho si tenemos en cuenta que estudios como el realizado por Farley y su equipo en el que se cuantificaban las demandas físicas en el surfing competitivo o el estudio de Meir y colaboradores, más centrado en el surfing recreativo, han demostrado que el tiempo que pasamos remando ocupa alrededor de un 50% de la duración total de la sesión (aunque también hay veces que parece que remar es lo único que hemos hecho durante todo el baño…). El resto de lesiones se asocian al simple hecho de surfear una ola, seguido de la realización de maniobras y del sobreuso articular derivado de movimientos repetidos. Contando con estos datos, podemos establecer relaciones entre regiones afectadas y los mecanismos lesionales más comunes para entender la importancia de un acondicionamiento físico adaptado a las demandas deportivas de cada uno.
Si bien es cierto que algunos datos epidemiológicos nos sirven, por ejemplo, para trabajar desde la prevención y así anticiparnos a una lesión potencial, facilitarnos el proceso de razonamiento e identificar más fácilmente los factores que pueden estar favoreciendo la perpetuación de la misma o conocer tiempos de recuperación estimados de determinados tejidos o cuadros clínicos, debemos tener claro que el dolor y las lesiones en general no responden a reglas predictivas infalibles o a comportamientos de evolución fijos. Por ello, es de vital importancia que entendamos que la presentación clínica de las lesiones supone la punta del iceberg, la cual está sostenida por una red compleja de factores personales, circunstanciales y ambientales que son individuales para cada surfista. Y más específicamente dentro del surf, debemos contar con que el componente biomecánico cobra suma complejidad ya que, en términos de demandas físicas, el surf combina innumerables patrones de movimientos desarrollados en distintas posturas e involucrando diferentes vías metabólicas que, además, están sujetos a todos los factores internos y externos que condicionan cada uno de nuestros baños. Qué jaleo, ¿no?
Mi nombre es Omar, soy fisioterapeuta y en esta serie de artículos pretendo hablar, entre otras cosas, sobre distintos aspectos relacionados con el surf y la salud musculoesquelética, así como de prevención de lesiones, nociones de automanejo, hábitos de vida saludable y reconocimiento de profesionales competentes para el manejo de cada condición.
Si les gustaría que tratase algún tema en concreto en relación con lo anterior, pedirme la bibliografía de referencia, realizarme una consulta o preguntarme cualquier duda, mi correo es omarlopezrebenaque@gmail.com y estaré encantado de ayudarles en lo que pueda y como pueda.
Me gustaría dejar claro que este y los próximos artículos serán divulgaciones de carácter general y que los aspectos que trataré no tienen por qué ser aplicables al lector o a su condición. Lo ideal sería que se pusiese en contacto con el profesional pertinente formado en las competencias necesarias para abordar su caso.