Por un lado, el contest de Ballito, un ‘Challenger Series’ crucial de cara a laclasificiación del Tour 024, algo que hasta ahora venía siendo todo un acontecimiento y que sin embargo ha arrancando de forma casi desapercibida a causa de los otros grandes titulares. El primero, la finalización del Rio Pro, con las respectivas victorias de Catty Simmers y Yago Dora, y los correspondientes cambios en el ranking general (cambio de líder en favor de Toledo, Medina y Steph se caen del Top 5…). Y el segundo, y más crucial, la destitución de Erik Logan como CEO de la WSL.
En relación a este último hecho, cabe decir somos totalmente partícipes de la increíble dificultad que entraña la coordinación de semejante volumen de eventos a nivel global, producciones que requieren un equipo ingente y unos recursos humanos absolutamente descomunales. Esto es indudable y con ello queremos subrayar que el cometido de un puesto como el de Logan ni es sencillo ni puede dar lugar a decisiones que satisfagan a todo el mundo en todo momento.
No obstante, la ‘época Logan’ se ha caracterizado por una serie de medidas francamente cuestionables que han llevado al Tour a un punto crítico en el que predomina el descontento (por parte de los propios surfistas y de una audiencia ciertamente hastiada de ver cómo se desarrollan campeonatos en condiciones realmente pobres) y la polémica (a causa de unos criterios de puntuación aparentemente incomprensibles, la concesión de ‘wildcards’ no menos dudosos o la elección de ‘spots’ acompañada, en ocasiones, de rechazo y controversia).
Logan será recordado como un CEO que intentó potenciar el ‘show’ anteponiendo en todo momento de las cifras de audiencia al incorporar un formato y una línea de comunicación audiovisual no muy dispar de la que siguen algún ‘reality’, la U.F.C o la Formula1 y que sin embargo, paradójicamente, han conducido a la WSL, en el momento en que deja su cargo, a atesorar unos números más bien ‘discretos’ e incluso muy inferiores al promedio de temporadas de hace media década (a excepción del record de las finales o algún ‘heat’ concreto, protagonizado en todo caso por algún Top como Medina, JJF o Slater). Todo ello unido a una sensación de desazón por parte del sector más ‘core’, que lleva tiempo dando claras muestras de descontento a través de un ansia de renovación en comunión con los viejos valores de la ASP: buenas olas, plazos de espera razonables en las mejores temporadas de cada spot y, sobre todo, velar realmente por los intereses de los surfstas en lugar de someterlos a pruebas y cortes que dificultan y limitan su estancia en el Tour.
Curiosamente, todas estas decisiones ‘espectaculares’ han ido acompañadas, a su vez, por un cambio en el perfil medio de los patrocinadores que acaban poniendo cara a un Tour eminentemente ‘mainstream’ y sometido a una línea ascendente de complacencia y veto a toda opinión que no se ajusta a esa línea comercial. Patrocinadores y marcas que no sólo son cada vez más ajenos al mundo del surf (champús, cremas, Tik Tok, escaleras de obra, bancos, bebidas de todo tipo…), si no que en ocasiones resultan hasta ciertamente esperpénticos en lo que sella un alejamiento palpable con ese universo propio, especializado, genuino y ‘core’ que acostumbraba a ser el surf profesional en épocas pasadas.
En cuanto a las medidas de este periodo, han tenido especial relevacia el famoso corte de mitad de temporada, una novedad ampliamente criticada por los propios sufistas del Tour, quienes han llegado a reunir un buen número de firmas para su abolición ante la negativa constante de Logan y su equipo, herméticos al respecto en todo momento.
Y, como no, el formato de las finales basadas en un ‘Play Off’ de 5 surfistas. Algo que al principio iba a desarrollarse en un spot diferente cada año con el fin de incrementar el nivel de sorpresa e interés y que, dado lo recurrente de Trestles, ha terminado siendo una absoluta limtación para que un tipo de surf concreto (power – barrel…) logre alzarse con el título final, rompiendo así la tónica lineal de los últimos años.
Aún no se sabe quién sustituirá a Logan pese a que ciertos rumores apuntan a varios nombres de ex CT’s como posibles candidatos a los que todo el mundo del surf acogería con los brazos abiertos dada su experiencia, su trayectoria y su genuina cultura de surf.
Sea quien sea, esperamos de todo corazón que, como el buen surf, vuelva a tener en cuenta los pilares básicos: buenas olas, buenas localizaciones y una competición limpia y elegante que deje de lado la potenciación de los dramas y los chismorreos. En definitiva, confiamos que la WSL le de la espalda a miserias que indudablemente acaban alejando a la audiencia real y atrayendo a quienes parecen disfrutar más con las disputas y los duelos de nacionalidades que con lo que realmente los verdaderos amantes del surf queremos ver: girazos, tubazos y bombas (de las que nos dan vidilla, no de las que nos la arrebata).