He tenido que buscarme la vida, una vez más, y he acabado aceptando la propuesta de Jose Mari, “Pechugas” en la playa, un viejo amigo que conocí en el agua cuando ambos andábamos descubriendo qué era eso del surf. Pechugas ha sido listo, y se olió el futuro cuando cada vez más alemanes comenzaban a pasar el verano en el pueblo. Hace quince años que tiene su propia surf shop, “Secret Spot”, y desde hace tres semanas, soy su nuevo dependiente. Y no ha habido un solo día en el que no me hayan preguntado, ¿qué narices es un midlenght?
Empecemos por el principio. Octubre de 2022. Entra por la puerta un chaval de unos veinticinco años, más o menos. Viste la equipación oficial del surfer que necesita aparentarlo, y toca todas y cada una de las tablas de la tienda antes de plantar las manos en el mostrador. Tiene pelazo, el cabrón. Unos rizos morenos y perfectos.
—Muy buenas, estoy buscando un midlenght. ¿Aquí tenéis?
Confieso que la palabra me pilló a contrapié.
—Dime, más o menos, el tamaño de lo que buscas—disimulé, para ver por donde iban los tiros.
—Bufff…—el chaval del pelazo mira las tablas, y se encoge de hombros—. No sabría decirte. Son más grandes que una tabla normal. Dicen que se rema mejor, se cogen más olas, y surfeas sintiendo la ola. Eso quiero yo.
Señalé desde el mostrador una preciosa mini-malibú, brillante bajo el sol que se colaba por el escaparate. Ocho pies de puro goce, pero el chaval no me dejó continuar.
—Esa es demasiado grande…—sacó el teléfono móvil, y abrió YouTube—. Mira, vi un midlenght en un vídeo de Kepa Acero. Kepa dice que los midlengths son la ostia.
Lo afirmó tan convencido como si el propio Kepa se lo hubiese confesado en la intimidad de una taberna, con tres blancos encima, pasándole el brazo por los hombros. Eché un vistazo al vídeo, y volví a gozar con el estilo de Kepa, que tantas veces he podido envidiar sanamente en olas como Rodiles y Mundaka. Líneas amplias, surf sin prisas, selección de maniobras acordes con lo que exige la propia fuerza del mar.
—Debe llevar un 7’2, por lo menos—calculé, fijándome en las imágenes de Kepa corriendo por una playa vasca sujetando su tabla—. Y la ha puesto en twinfin, el tío, con canales…
Cada vez veo peor de cerca, cosas de los años, y necesité acercar la nariz a la pantalla del Iphone del chaval para comprobar que sí, era cierto. Kepa Acero surfeaba la ola del vídeo (una izquierda sobre rocas con pinta de ser exigente) con una tabla ancha similar a una evolutiva, con la gran diferencia de que su midlenght poseía dos quillas y canales bien marcados.
—Entonces… ¿Tenéis algún midlenght?—insistió el cliente, mientras Kepa seguía surfeando en la pantalla de su móvil.
—Tenemos evolutivas como la que te he enseñado. Tablas con bastantes litros y medidas superiores a siete pies. Se parecen mucho a lo que buscas, pero tienen tres quillas en lugar de dos.
El chaval arrugó la nariz cuando me acerqué al rack y saqué una evolutiva de color cereza. Sus formas eran buenas, con el rocker necesario para coger algo más que olas pequeñas, y una cola redonda bastante bien formada. Sin embargo, aquello no era un midlenght, aunque menos el nombre, tuviese todo aquello que el chaval buscaba. Miento; todo, no.
—Esta tiene tres quillas, y yo quiero un twinfin con canales para que agarre mejor…
—Los canales se dejaron de hacer en los años 80 porque vieron que una tercera quilla daba el agarre suficiente—no lograba entender por qué alguien querría cambiar un Ibiza por un Seiscientos.
—Ya, pero dos quillas dan más sensación…—contestó el chaval, y alzando las manos como si surfease de cara, se puso a imitar el movimiento de bombeo—. Quiero hacer lo que hace Kepa: surfear sin esfuerzo.
Me reí entre dientes. No pude evitarlo.
—Kepa Acero fue campeón de Europa, y vivió de la competición durante mucho tiempo—el chaval me miró como debía observar a sus profesores de la universidad—. Desconozco tu nivel, pero a más grande la tabla y menor el número de quillas, mayor debe ser la técnica. Sucede lo mismo con los coches. Nadie aprende en la autoescuela conduciendo camiones y furgonetas.
Pero el chaval quería un midlenght, e iba a luchar por ello.
—Tengo una buena tabla, 5’7” trifin de Pablo Gutiérrez—maldije la manía de catalogar su nivel según la tabla que usaba, pero lo dejé pasar—. Llevo cuatro años con ella, y me va que flipas.
Alcé la ceja. No conozco a ningún surfer que no cambie de tabla en cuatro años. Es parte de lo nuestro: ser unos caprichosos que nos cansamos rápido. Las tablas amontonadas en miles de trasteros pueden atestiguarlo.
—¿Puedo preguntarte cada cuando entras al agua?—cuando quiero puedo ser muy educado.
—En verano todos los días, porque tengo una casa en Noja—sponsor: papá y mamá, por ahora—. En invierno me cuesta más, entre la uni y el frío, y que cuando nieva en la autovía mi padre no me deja la furgo…
—¿Eres de Madrid?
—De Burgos.
Asentí firmemente, y tomé de nuevo la evolutiva entre mis manos. La resina tintada hacía brillar su color cereza, haciéndola aún más golosa. Era una buena tabla que ahorraría al chaval muchos baños frustrados. Le obligaría a buscar las corrientes porque con aquel volumen no podría hacer cucharas, y aprendería a hacer los bottoms bien agachado para no clavar canto. Los cutbacks, con velocidad y amplitud, nada de derrapes de surfskate. En resumen, aquella evolutiva era lo que necesitaba el chaval para olvidar las manías adquiridas con su 5’7 y volver a disfrutar del surf. El mismo lo había dicho: quería sentir la ola. Y eso solo significa que, hasta ahora, no ha sentido mas que migajas.
—Píllate una evolutiva, y aprenderás a surfear—sonreí para que comprendiese que pensaba en su bien—. Va a obligarte a llevar bien el peso, a encontrar las corrientes, y a ir bien flexionado. Los midlenght parecen tablas para gente que surfea desde hace años.
El chaval lo tomó como el consejo de un pureta amargado, pero yo sólo hacía mi trabajo. Finalmente, negó con la cabeza, lanzó una mirada despectiva a la evolutiva, y enfiló hacia la puerta.
—Ya se la pediré a alguien que haga tablas—y se marchó bastante indignado. Horas más tarde, pude ver que había dejado una reseña en Google acerca de nuestra tienda. “El dependiente tratará de venderte las tablas que nadie quiere”. Estupendo.
Le semana siguiente viví aquella situación por lo menos tres veces. La cuarta, llamé al Pechugas para decirle que tenía que pedir midlenghts, o las evolutivas quedarían para bancos de cafetería en el Palmar. Su tono arisco indicaba que no era el primero en decírselo.
—El vídeo de Kepa, ¿verdad?
—Cómo surfea…
—Pues me está jodiendo. A mí, y a todas las surf shops de España.
—La verdad, no creo que haga nada malo usando midlenghts.
—Claro que no, joder. El problema es que esas tablas, con canales, single fin, twinfin, y medidas tomadas de los años 80, requieren un mínimo nivel de surfing. Son cohetes, Manel, van como tiros. Es toda una involución en el surf, el regreso a los orígenes que peña como Kepa encabeza. Pero no son tablas para novatos.
—Y en las surf shops, sólo compran novatos…—comprendí rápido.
—O gente a la que hago precio—continuó Pechugas, y pude escuchar el trasquido de su barba al rascarse tras el teléfono—. Alguien que busca algo tan específico como un midlenght acude a su shaper de confianza. A no ser que tenga pasta, y se compre el modelo de Kepa Acero. Pero, desde luego, no viene a mi tienda sin tener ni puta idea del tema.
—Osea, que no las pedimos.
—Olvídalo, e insiste con las evolutivas.
La semana siguiente volví a tener clientes preguntando por midlenghts. También vino Tino, un corchero de toda la vida, contándome que le había pasado por encima un chaval con su single fin. El tío no sabía ni ponerse de pie.
—Es la moda—Tino solía sentar cátedra—. Y las modas pasan. Ya se les ocurrirá una nueva palabra para sus tablas retro. Aunque quizás no quede nadie en el pico cuando suceda.
Tino soltó una carcajada al imaginarse un pico repleto de cadáveres de surfistas trasquilados por los single fin de los novatos. Y todo, por la moda y los vídeos de YouTube. El surf era cada día más fácil para quienes sólo pueden surfear dos veces al mes, pero muchos parecían empeñarse en volver a la prehistoria con tal de tener flow.
Fue entonces cuando la bombilla se encendió. Con las manos temblando di la vuelta al mostrador, tomé una de las evolutivas, y saqué la quilla central. Después tomé dos quillas anchas especiales para twinfin, y las cambié por las normales.
—Ahora es un midlenght.
Tino se rio de buena gana, y me hizo prometer que le invitaría a una mariscada si vendía al menos dos tablas con ese truco. Aquella tarde cambié la configuración de quillas de todas nuestras evolutivas, y coloqué un cartel en el escaparate: “tenemos midlenghts”.
—¡Estás chalado, Manel!—exclamó el Pechugas en cuanto pasó por la tienda—. No vas a vender ni una tabla con este truco para kooks.
Vendí cuatro. Escribo estas líneas con los últimos pedazos de centollo digiriéndose en mi estómago, con la satisfacción de saber que rindo en este nuevo trabajo. Todavía no me ha quedado claro si la gente busca midlenghts o evolutivas, pero algo he comprendido a base de quitar quillas. Al final, lo que importa, son las palabras.
Manel ha montado una escuela de surf. Le asombra la gente que llega pidiendo un midlenght, y sobre todo, los haters de los midlenght. Moda, utilidad, escasa cultura de surf.
4 comentarios
Esto está escrito de cine. Enhorabuena. Un placer leerlo.
Muy buena historia para narrar jocosamente hasta que punto estamos influenciados por las modas en este deporte.Buena descripción de lo que nos pasa a muchos surfistas, que buscamos continuamente esa tabla que nos haga mejorar y disfrutar en cada baño pero que por muchas tablas que hayamos tenido seguimos surfeando como siempre y no como Kepa.
Genial artículo, representa al completo la estructura forma e imagen de lo que acontece en nuestros días en tantas otras esferas…sean deportivas, lúdicas o profesionales. Me ha encantado.
Ha sido un placer leer este artículo, escribes de maravilla. Yo tengo una tabla BIC 6′ 4″,que dejó hace años un amigo por mi casa, de aproximadamente unos 40 litros, es anchita pero no demasiado y los cantos son tirando a finos. Esta tabla ha estado pasando por varias manos estos últimos años y hace poco a vuelto a las mías, y además sin quilla central ( igualita a los midlenghts de tu tienda, pero con dos laterales de thruster jaja). Pues empecé a surfearla en días pequeños, ventosos…, muchas veces el único en el agua, (estos días en los que te asomas a la playa y te vas a casa sin pensártelo dos veces jaja) y sinceramente me tiene contentísimo e ilusionado, ya que me permite surfear con muchísima más tranquilidad, se acabo la frustración de intentar darlo todo en medio metro o una pared fofa. Me tiene tan contento que estás últimas semanas la he estado usando en días de surf con condiciones muy buenas aquí en Tenerife y me tiene enganchado el entrar a la ola con tal facilidad, volver al pico con tan poco esfuerzo y el mimo que requiere maniobrarla (ya que respecto a esto último voy sin quilla central jajaj y con litros de sobra, pero creo que de alguna manera una cosa compensa a la otra o igual es cosa mía). Siempre pensé que las evolutivas eran para principiantes, pero he llegado a la conclusión que tu comentas en el artículo: «a más grande la tabla y menor el número de quillas, mayor debe ser la técnica» y disfruto muchísimo de la experiencia. Tengo 28 años y surfeo desde los 12, creo que a mi me vendieron los shortboards como a los chavales de ahora les están vendiendo los midlenghts, creo que lo importante es disfrutar, seguir motivado y no dejar nunca de surfear. Por cierto, mi próxima tabla creo que será una evolutiva bonita y en condiciones en la que probaré varias configuraciones de quillas: 3 de thruster, 2 de twin con 1 estabilizadora muy pequeña en el centro y por último 2 de twin y ninguna en el centro, será divertidísimo y un reto seguro!