El caso es que, desde hace ya unos años, hay un proyecto sobre la mesa de determinados despachos que insta a realizar unas obras de gran envergadura en el mencionado aeropuerto. Dichas obras obedecen a una dimensión tal, que podrían afectar no sólo al espacio físico sino también a la fauna, el ecosistema y las corrientes marinas de la zona.

Pese a lo triste que resulta ver cómo una y otra vez los intereses económicos se imponen a la sensatez y al sentido común, y cómo una y otra vez ciertos sectores y determinados cargos políticos parecen negarse a asumir que la vida sostenible en un frágil planeta que no nos pertenece debería anteponerse a todo, lo que nos ha llamado la atención en este caso, ha sido la deferencia de Lluis Mijoler, alcalde de El Prat, en un comentario dejado en la popular cuenta de Instagram ‘Medi_Zurrasp’ en la cual afirmaba: ‘Mientras yo sea alcalde de El Prat, eso no pasará…’.

Bien, gestos así nos devuelven cierta esperanza en la élite que ocupa unos cargos que deberían estar al servicio del ciudadano y que mirasen a la ciudadanía de frente, de tú a tú, en lugar de establecer una especie de jerarquía del picado, que observa desde arriba y adopta decisiones incoherentes, inútiles y, a menudo, lo peor de todo, contraproducentes y daniñas.

Del gesto de Lluis Mijoler se agradecen dos cosas.
La primera es que tenga la deferencia de escuchar y diferentes sectores y colectivos. En este caso, la gente a la que le preocupa el entorno del mar y de la costa.
Y en segundo lugar, que trate de comunicar una idea y una intención claras, afín a lo que seguramente piense la mayoría que no ocupa sillas en aquellos despachos del principio.

No estamos haciendo partidismo ni campaña al alcalde, sino dando voz a un hecho que debería servir de precedente: que un cargo sea utilice para garantizar el bienestar de los ciudadanos, materia prima de dicho cargo, en lugar del bienestar de un bolsillo que llega, destruye, se lucra y se va.

Tal vez pienses que El Prat te pilla lejos si lees esto desde Madrid, Donosti, A Coruña o El Palmar. Sin embargo, todos deberíamos sentirlo bien cerca dado que estas obras de ampliación seguramente afecten al mar, las olas, la costa, los pájaros y los peces. Y lo peor de todo es que seguramente sean innecesarias dado que el aeropuerto ni está saturado ni funciona a pleno rendimiento.
Si atendemos a la triste dinámica que está tomando el mundo y, en concreto, nuestra clase política, pronto nos daremos cuenta que lo que hoy ocurre en El Prat mañana puede tener lugar en cualquier otro sitio. Y es que todo parece haber sucumbido a una codicia que, como luego se lava las manos, es experta en blanquear. De ahí que un simple ‘comment’ de un alcalde en una simple cuenta de ‘Insta’ nos haya dao pie a pensar, escribir y actuar.

Efectivamente, no es mucho lo que podemos hacer. Menos aún sería quedarnos cruzados de brazos con el pulgar hacia abajo.