Es la comidilla en los grupos de Whatsapp y en Instagram. John John Florence se larga de Hurley y su tabla ya no luce la famosa )( desde hace unos días. ¿La culpa? Bluestar Alliance, la nueva multinacional que compró la enseña a Nike hace unos meses, y que ya ha sacado la tijera a pasear por los contratos de sus surfistas.
John John Florence es el que se lleva los titulares, pero junto a él quedan libres en el mercado surfistas de la talla de Carissa Moore, Michel Bourez, Rob Machado o Ace Buchan. Seguro que caerán más nombres, y todavía es una incógnita que ocurrirá como gente como Julian Wilson o europeos (como los Amatriain o Nic Von Rupp). Parece que Filipe Toledo, Lakey Peterson y Kolohe Andino tienen algunos años de contrato aún que completarán.
Nadie sabe con certeza dónde acabaron los huesos de John John, pero todo el mundo está de acuerdo en afirmar que su próximo gran contrato será el que siente las bases para el resto de surfistas. Se habla de que quizás su salida lógica sea firmar con marcas ajenas al sector, pero si de algo estamos seguros es que JJ no quiere casarse con cualquiera. La prueba es que la nueva compañía que gestiona Hurley le ofreció renegociar su contrato y embolsarse así 12 millones de dólares, pero el surfista hawaiano ha renunciado a esa jugosa cantidad, en gran medida por no verse asociado a una marca que ha quebrantado ciertos valores que él considera intocables en el surf. En este sentido llama la atención que además de JJ, otra gente como Dane Reynolds, Craig Anderson o el mismo Kelly Slater en su día renunciaron también a grandes cantidades de dinero en aras de crear sus propias marcas y jugarse su propia pasta.
Hasta hace bien poco los contratos con surfistas se basaban en una especie de valor conceptual donde lo cualitativo tenían un gran peso (imagen, curriculum, éxitos deportivos); pero ahora las multinacionales lo que hacen es cuantificar cada uno de los dólares que gastan y evaluarlo a través del famoso ROI (Return If Investment). O lo que es lo mismo, cuánto dinero me genera un surfista en función de lo que he invertido en él. Si gasta más de lo que genera, a la calle.
Este gran maremagnum nos hace también replantearnos el sistema. El binomio surfista-patrocinador era algo que tenía todo el sentido antaño cuando los grandes medios eran los que dominaban, pero a día de hoy un personaje popular tiene en su mano herramientas super potentes para comunicar y hacer crecer así su marca personal (lease Jamie O´Brien). John John ha venido demostrando estos años atrás que sus producciones son capaces de llegar a mucho público, y ese es un valor que debería seguir explotando en el futuro.
Las acciones puntuales con marcas que buscan notoriedad en ciertos nichos, son una salida que estamos viendo últimamente incluso en nuestro entorno. Desde hace un tiempo podemos ver a surfistas como Lucía Martiño o Andy Criere hacer promociones puntuales en sus redes de ciertos productos y marcas que nada tiene que ver con el surf; pero es que también gente como Aritz Aranburu o Gony Zubizarreta, que no son nativos digitales, se han tenido que readaptar a esta nueva forma de comunicar que poco tiene que ver con lo que hacían antaño para facturar.
El caso es que entre los JJOO, las grandes multinacionales dominando el sector, y una WSL que no encuentra su camino, la desconexión entre surfistas (de a pie) y marcas es una realidad. Se ha exprimido tanto la naranja que la gente se ha cansado ya de ver cómo nuestro estilo de vida se ha vendido al mejor postor.
Un comentario
Amen. «Cuando algo se convierte en moda, deja de ser fascinante». La industria del surf lleva años devorándose a si misma y nunca antes la distancia entre el surfer de a pie y los pros e industria fue tan grande. Es una burbuja que tenia que explotar, no hay tiendas de pesca sin cañas de pescar, ni tiendas de buceo sin aletas, tampoco tiendas de running sin zapatillas, pero la mayoría de tiendas de surf no tienen tablas de surf, ni siquiera parafina muchas veces, solo ropa, que el verdadero surfer no compra normalmente por que prefiere gastárselo en viajes. Salud.