De hecho, no es raro encontrarnos escuelas o campamentos de surf que añaden el yoga como actividad complementaria, surferos en la playa que calientan con alguna secuencia yóguica o iconos del mundo del surf como Mick Fanning, Jack Robinson o Nathan Fletcher que se han pronunciado o mostrado en redes como practicantes de esta disciplina milenaria. Si bien la relación entre el surf y el yoga muchas veces se atribuye al estilo de vida sosegado de ambas actividades, históricamente marcado por el mundo hippie y popularmente asociado a la vida tranquila y la naturaleza, a nivel psicomotriz es donde personalmente encuentro las mayores similitudes, presentando ambas disciplinas características que las hacen muy compatibles y recomendables, con transferencias directas entre ellas y hacia otros campos de nuestra vida.
Los orígenes del yoga se remontan a la India milenios atrás y a lo largo de todo este tiempo han surgido diferentes modalidades, con objetivos y medios diferentes pero que, en principio, comparten la misma base: unión del cuerpo, mente y alma. El curioso trasfondo histórico que respalda a esta disciplina y este trabajo combinado de la mente y el cuerpo hicieron que el yoga también se hiciera un hueco dentro de la sociedad occidental, en la cual inevitablemente sufrió algún que otro cambio, en algunos casos en detrimento de la parte más cultural, mental y filosófica, y a favor de la parte física, lo que ha hecho que en la realidad del día a día el yoga en muchos casos se haya convertido en una alternativa de ejercicio llamativa por su apariencia visual, su dinamismo, su gran carácter social y por el hecho de que además permite trabajar diferentes aspectos físicos en una misma sesión.
Empezando por el trabajo de la fuerza, que es clave en la transferencia a cualquier práctica deportiva, el yoga integra esta tanto de forma estática como dinámica. Pensando en el acondicionamiento físico de cara al surf, debemos tener en cuenta que nos valemos continuamente de ciertas posturas de forma estática como al arquear la espalda al remar o al mantener nuestro centro de gravedad bajo mientras surfeamos, entre otras. Por otra parte, la generación de fuerza de forma dinámica la usamos tanto al movernos en la ola y realizar ciertas maniobras, como, también de forma relevante, al remar. Además, lo realmente llamativo de muchas de las posturas de yoga y su combinación en las diferentes secuencias es que la fuerza se ejerce en rangos de movimiento amplios, tal y como sucede en el surf, lo cual puede crear adaptaciones a nivel de los tejidos involucrados en el movimiento, pero también a nivel de procesamiento y ejecución nerviosa de este.
Otra de las competencias físicas que popularmente se atribuyen a la práctica del yoga y que enlaza con esto último es la ganancia de elasticidad de los tejidos, la cual podría capacitar a nuestras estructuras y habituarlas a posiciones que no frecuentamos en nuestro día a día, con la posibilidad de que estas no desencadenen respuestas de dolor o tensión cuando estas posiciones o movimientos repentinos se den en la práctica del surf.
Igualmente, en el yoga juega un papel muy importante la coordinación del movimiento con la respiración consciente. Esta característica, además de ayudarnos a estar más presentes en la práctica, ha demostrado mejorar la función respiratoria por un incremento de la capacidad pulmonar a través del trabajo de expansión de la caja torácica y la optimización de la actividad de la musculatura inspiradora y espiradora. Esta otra propiedad física que nos puede aportar el yoga nos muestra la compatibilidad con la práctica de la apnea, de la cual hablábamos en el anterior artículo que, si no has leído aun, te invito a que le eches un vistazo.
Otro denominador común a ambas actividades, como no, es el equilibrio. Muchas secuencias y posturas en el yoga requieren bases de sustentación estrechas o sobre una pierna y muchas veces se combinan con movimientos física y mentalmente demandantes que hacen que nuestro foco propioceptivo deba agudizarse con el fin de mantenernos firmes o realizar la secuencia con la mayor fluidez posible, lo cual puede ser extrapolable a la realización de maniobras sobre la tabla.
Ahora bien, todas estas propiedades que hemos atribuido al entrenamiento físico a través del yoga se podrían conseguir con cualquier tipo de entrenamiento que reúna ese tipo de características, sin tener que ponerle un nombre. No obstante, es en el componente más cognitivo donde el yoga nos puede aportar ciertas ventajas que, aunque no asociemos directamente al surf, pueden beneficiarnos durante la práctica de este y en el resto de nuestra vida.
La teoría de la práctica del yoga aboga por la concentración y la toma de consciencia sobre el momento y el movimiento, convirtiéndose en más que en un tipo de actividad física, en un tipo de meditación activa. A modo de ejercicio podríamos intentar aplicar estos principios a algunas actividades de nuestro día a día y, por qué no, al surf, con el objetivo de conseguir una mente más tranquila y un mayor conocimiento de nosotros mismos que nos permita valorar el momento presente y evolucionar personalmente en la dirección que nos propongamos. Además, en ambas prácticas, así como a lo largo de la vida, debemos trabajar la constancia, el trabajo y la aceptación del proceso de aprendizaje individual, sin hacer comparaciones con otros y disfrutando de nuestro propio desarrollo personal.
Aunque por motivos obvios no sea totalmente objetivo a la hora de hablar del yoga, algunos beneficios no solo se basan en experiencia personal o conjeturas. Lejos de intentar ser rotundo y siempre dando por hecho que previo a extraer conclusiones certeras de resultados de ensayos clínicos hay que saber valorar de forma crítica la validez de estos, de manera científica, la práctica del yoga ha demostrado ser eficaz en la reducción de niveles de ansiedad, mejoras en la calidad del sueño y calidad de vida e incluso mejoras en variables clínicas en algunas condiciones de salud como la migraña.
Por todos estos motivos me parece que la práctica del yoga puede ser una actividad complementaria al surf y que nos puede aportar ciertos beneficios. Aun así, no estoy defendiendo que sea imprescindible practicarlo de cara a mantener una buena salud musculoesquelética ni que sea el único tipo de acondicionamiento físico que debamos elegir como surferos, aunque sí que recomiendo que, si aún no lo has hecho, le des una oportunidad y lo pruebes. Como no me cansaré de repetir, las capacidades, demandas y, como no, las preferencias de la persona deben ser tenidas siempre en cuenta a la hora de realizar ejercicio.
Como siempre, para cualquier cosa, encuéntrame en omarlopezrebenaque@gmail.com.