Desde lo concerniente a nuestro ocio hasta las cosas más esenciales del mundo laboral adquieren paulatinamente una esencia etérea, casi abstracta.
Si bien nuestros padres o abuelos percibían generalmente su paga en metálico, nuestros ahorros son sólo un número virtual que fluctúa según se nos vayan cargando otros gastos, a su vez, virtuales.
Apps bancarias, Bizum, pagos con móvil o tarjeta (incluso cantidades irrisorias) … Todo hace presagiar que eso de llevar suelto para tomarse una caña pronto va a formar parte del pasado.
Si hablamos del ocio, la cosa pinta igual. Ya no compramos DVD’S ni discos ni revistas ni la última temporada de nuestra serie favorita. Ahora todo es online. Pelis, surf, noticias, Spotify, Netflix… Hasta los tickets, los justificantes o los billetes. Nada se toca.
Sin embargo, el surf va a lo suyo y permanece ajeno a esa tendencia ya que va, básicamente, de tocar.
Y no sólo hablamos de la sensación que nos invade al entrar en contacto con el agua o la arena, sino todo un abanico de pequeños placeres esenciales, ligados a él irremediablemente, y cuya gracia radica en ser, precisamente, tangibles.
Hablamos de esos primeros grumos de una parafina recién cambiada, el tacto en las formas y volúmenes de un foam especialmente hecho para ti, la sensación que te produce en todo el cuerpo el hecho de estrenar un buen neopreno, el filo y el flex de unas quillas entre tus manos o la adherencia y la textura de un grip.
Velcros, resina, carbono, fibra… ¡Todo un mundo para satisfacer nuestro espíritu que nace del contacto!
Afortunadamente ese vínculo con la herencia del ayer siempre ha estado presente en el surf a través ,en última instancia, de la figura del shaper, cuya labor artesanal es la cúspide de toda una pirámide analógica, tangible u ‘old school’, llamadlo como queráis. No obstante, por mucho que cambie el mundo, todos esos pequeños placeres que ayudan a conformar nuestro pequeño universo líquido, y que son para nosotros tan necesarios como únicos, no se nos podrán ser arrebatados por una tecla ‘SUPR’ o por un apagón debido a un fallo en la conexión.
