Antes de nada, nos molaría agradeceros todos los comentarios que habéis dejado en nuestro anterior post ‘Todo Dios a comentar’. ¡Nos complace muchíííísimo vuestra participación! Dicho ésto, queremos centrarnos en uno concreto (¡gracias Armand!) que venía a fantasear con la idea de la venta al por mayor de piscinas de olas para montar en casa.
En realidad esa idea no es nada nuevo puesto que un servidor, con contactos de lo más influyentes dentro de la industria, lleva tiempo escuchando de que los grandes nombres del sector están matizando su propio modelo de pisci-performance de jardín. No obstante, y dado que aún les quedan un par de cosas por matizar, los correspondientes CEOs nos han dado a entender que la cosa se prorrogará hasta el puente de mayo de 021.
Para empezar, los ‘project leaders’ no se acaban de acuerdo con el tipo de fondo. Mientras que unos optan por el universal ‘modo beachbreak’, otros apuestan por reef de coral ‘old school’ (entusiasmados por la inclusión de G-Land en el Tour), más peligroso, ok, pero mucho menos engorroso de barrer que la arena. ¡Qué duda cabe!
Otra gran duda es la estandarización del power de la ola. Y es que hay marcas que optan por el lanzamiento de varios tipos de ola, desde ‘slab’ a ‘puta baba corchopan’ (contentando así tanto a locales de El Quemao como a fans del Duct Tape). Mientras que otras apuestan por un solo tipo de ola con el fin de que mantener la buena convivencia vecinal (imagínense uno de ‘slab’ llamando ‘puto gallina’ a su vecino –consumidor del modo Huntington-).
A este asunto aún por concluir, se une el temor de los inversores ante la aparición de su gran demonio: el surgimiento de la marca blanca.
En este caso los portavoces de marcas del sector convienen en que éste es un problema menor dado que, según tienen sabido, Decathlon, su gran competidor en piscinas de saldo, no consigue hacer que su ola abra y, ¿quién estaría dispuesto a pagar por un cerrote? (en realidad, cualquiera que haya viajado a Puerto Escondido, entrado en Off The Wall o se haya comido 256 peajes para acabar entrando en La Piste). …hay que tener en cuenta que desestimar el mercado de cerrotes babosos puede acarrear grandes pérdidas en el mercado alemán, austríaco y sueco. ¡Ojito!
Por último, todas estas iniciativas pisniceras, ya sean de marquita o de tienducha de barrio, dejan bien claro varios puntos:
1. La marca no se hace cargo ante negligencia surfera, quedando en manos de cada usuario las medidas de protección necesarias.
* Se recomienda el uso del casco y coderas incluso en el modelo Trestles, que puede incluir trazas de frutos secos y algún canto rodado de más.
2. La marca no se hace cargo ante la ineptitud del usuario en cuanto a su dominio del bricolaje. Lo que significa que la torpeza extrema de un montaje inexperto podría llevar al modelo J-Bay a cerrar más de la cuenta e incluso a romper de izquierdas.
3. Las marcas recomiendan control y mesura ante el entusiasmo inicial frente a una ola que abre. Conviene establecer, según todas, un control en la duración de las sesiones, entrando aquí en juego colaboraciones específico-técnicas (Volcom x Carrefour, Former-Mercadona capsule, The Search & Nestlé…) que abogan por una pauta de comidas rica en glucosa entre baño y baño (bocata de Nocilla, Phoskitos con mermelada o incluso mantequilla de cacahuete a cucharadas si se busca energía rápida sin abandonar el pico).
* Si no te van los procesados y las grasas trans, puedes comprarte el modelo ‘healthy-vegan’ de Alana, que es más caro, pero trae un libro de recetas de regalo.