Indagamos en los rincones más oscuros con tal de encontrar ese pico perfecto, pero muchas veces olvidamos lo que tenemos. La ambición es lo que tiene, la pasión es aún más cegadora, siendo realistas no todos podemos ser Kepa Acero.
Considerarnos unos privilegiados sería quedarnos cortos. Vivimos en una localización en la cual desde cualquier punto de la península puedes escaparte un fin de semana a coger unos tubos de ensueño con poca gente en el agua. Sí, digo poca gente porque salvo Mundaka y Laredo los días de “gallego”, casi cualquier otro pico estará vacante para una buena sesión.
Todo ello sin mencionar, que tenemos uno de los mayores tesoros del mundo, el Cantábrico. Con cada viento, cada marea existe un rincón, una ola dispuesta a ser surfeada.
Habrá picos más congestionados que otros, pero recorrerte el mundo para acabar peleándote con 40 surferos de distintas nacionalidades carece de sentido sabiendo lo que tenemos.
Nuestros auténticos sueños húmedos (desde luego los míos) no pasan por sesiones en Maldivas o en Panamá, pasan por las interminables dunas de Francia, los rincones de Euskadi o las playas desiertas de Asturias, por no mencionar los recunchos gallegos.
Puedes seguir buscando en Google Maps esa ola perfecta, seguramente descubierta por 30 antes que tú y en la cual habrá un surf house dentro de unos años. Pero si estuviera en tu lugar, me dedicaría a mirar tu porción de mar, la que tienes cerca y descubrirás que no hace falta irte al fin del mundo para disfrutar de algo tan gratificante como coger una buena ola.
Un comentario
Amén