Puede que de primeras pienses que el surf sólo te ocupa el rato en que vas a la playa, desde que sales de casa hasta que te pegas el bañito y vuelves, pasando por las míticas e ineludibles conversaciones de parking. Pero, más allá de esas horas, ¿te has parado a pensar en todo el tiempo que ‘te quita’ (al margen de la propia actividad que conlleva), así como del amplio abanico de flancos por los cuales se cuela en tu día a día, a todas horas?

Muy probablemente el surf sea el protagonista o el pretexto para un buen puñado de tus grupos de Whatssap y las conservaciones que echan humo cuando salen tubos o Kelly entra en manga.

Seguramente muchos de tus ‘clicks’ diarios en internet tengan que ver con el surf, ya sean vídeos, noticias o reseñas explicativas de esa tabla o esas quillas que se te han metido entre ceja y ceja.

No sólo esto. Si tus vacaciones están a la vuelta de la esquina o se aproxima un puente… Seguro que estás ojo avizor en cuanto a ‘previs’ y precios de alquiler en un sitio con olitas. ¿O nos equivocamos y tus vacaciones soñadas transcurren en Jaen? 😉

Mucha gente, si surfea estira más y come mejor, e intenta descansar bien para gozar del bañito a primera hora del día siguiente. Es decir, ¡el surf puede llegar a condicionar nuestra salud (para bien)! Del mismo modo, ¿quién no ha aprovechao un platazo para tomarse unas birrillas o hacer el vago?

Sea como sea, el surf nos cautiva, nos entretiene, nos devora…. A veces le da sentido a la vida y a veces parece arrebatarle la gracia cuando las olas no cuadran o todo te sale mal en el agua.

Y en nuestro caso… ¡Más aún! El surf hace que pasemos horas y horas en la ofi para tratar de aumentar vuestro enganche con el fin de que hagáis ‘click’ y, de esta forma, poder seguir vinculando a él nuestra vida, que paradójicamente permanece tan condicionada como la vuestra pese a que estemos a este otro lado de la pantalla rebuscando y tecleando.

¡Todos somos prisioneros del surf!