- BREBAJES
Pasas por delante de un grupo de surfistas que están comentando su baño y alguno de ellos sostiene en la mano un recipiente con líquido. ¡Sencillísimo!
Si ese líquido es agua o una especie de zumo energético reconstituyente. O si bien se trata de una lata de Red Bull, Monster, Rockstar… O incluso si sostiene de esos termos metálicos modernitos, tienes ante ti a un surfista de competición.
Si por el contrario se está bebiendo otro tipo de zumo, de cebada, por ejemplo, se tratará de un ‘free’.
- MALETERO
Pillas cambiándose en el parking al surfista de turno aún con su maletero abierto.
Una vez más, sencillísimo.
Si ese maletero contiene cintas de estiramiento, comba, un par de zapas de running, un puñado de tablas idénticas o una bolsa de palos de golf, tendrás ante ti a un surfista de competición.
Por el contrario, si en ese maletero hay unas catiuscas o las piezas de un viejo cortacésped, muy probablemente se trate de un freesurfer en toda regla.
- TABLA
Lo más normal es que coincidas en la arena con el sujeto a clasificar. En una situación así, sin atrezzo ni pistas, la cosa se pone más difícil pero aún es posible etiquetar con éxito.
¡No decaigas, amigo burócrata!
Si la tabla en cuestión está blanca, impoluta, de eso que necesitas unas gafas de sol para poder contemplarla sin sufrir daños en la córnea, tienes ante ti a un surfista de competición –real o en potencia-.
Si la tabla de dicho sujeto está pintada… Mala señal. Los freesurfers son criaturas insultantemente vagas, por tanto, prefieren pintar sus tablas antes que tener que cambiar la parafa con cierta regularidad.
- EXTRAS
Pocas cosas se escapan al buen observador, de tal modo que aún sin tabla, atrezzo ni coche, podríamos llegar detectar diferencias sutiles entre ambas criaturas.
Este rasgo denota un nivel experto de clasificador.
¿Uñas pintadas de negro? ¿Tripilla incipiente? ¿Un piti en la oreja? ¿Bocata de mortadela? ¡Surfer de competición! ¡¡¡Mal!!! Se trataba de un freesurfer.
Nada, vuelve a la casilla anterior. Aún no estás listo para formar parte de la élite etiquetadora. Se siente. ¿Dices que te da igual? No te creo. Va implícito en la naturaleza humana querer mejorar y competir con el que tienes a lado.