Oh amado estilo

Que tendrá el estilo, que uno lo ve y le hipnotiza. Esa capacidad natural de poder hacer las cosas de una manera tan diferente del resto. Pero todos tenemos un estilo. Las formas de hacer las cosas son infinitas y las personas también.

A menudo escuchamos comentarios tipo “tienes que agacharte más, poner el pie así, agarra el canto…” un sinfín de retahílas a practicar. Sin embargo, nadie se acuerda, pero si seguimos haciendo caso a los gurús, todos acabaremos igual. Quieren que seamos Kelly Slater, pero ni de lejos podremos llegar a un 10% de lo que es él. Mejor buscar otro camino que sea el propio y no el impuesto por alguien externo.

En el surf como en todo, cada uno desarrolla su manera de desenvolverse. Cada surfista va generando un estilo que se amolda a sus capacidades- Nos podrá parecer feo o no, pero la habilidad de cada uno es muy distinta y al que le cuesta hacer giros igual no le cuesta hacer tubos. Cada uno adapta su surf a sus capacidades y lo más importante a lo que le gusta más. La estética es algo personal y no tendría por qué ser igual para todo el mundo. Igual que hay gente que decide surfear olas enormes, otros deciden generar un estilo propio encima de un longboard. Ahora se tendría que crucificar a la gente que usa un longboard porque no se puede hacer tubos y son menos que cualquier otro. Es absurdo porque la obsesión de un longboarder por el estilo es muchísimo mayor que el de cualquier otro y seguramente por eso recibe muchos menos comentarios críticos a su estilo de surf que en otro entorno.

Cuando el surf comenzó a ser lo que hoy conocemos, cada uno tenía una tabla distinta, se hacían de una manera tan rudimentaria que parece complicado que fueran 2 iguales. Eso sumado a que no hubiera un estándar, ayudaba a crear un estilo.
Parece difícil creer que podemos volver a desarrollar un estilo sin que el exterior no intente unificar como lo intenta con todo el resto. Sin embargo, hay que buscarlo, buscar esa originalidad en algo que cada vez lo es menos, pero buscar.