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EL MASOQUISMO DE CHEQUEAR LA WEBCAM

Y ahí le tenéis, ahí está el mar. Al otro lado de la pantalla, como siempre. A vista de todos y al alcance de nadie.
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Hoy lo hemos vuelto a hacer. Como cada mañana, hemos vuelto a repetir un acto tan inútil como masoquista: hemos vuelto a mirar la webcam.

No nos conduce a nada. Tan sólo a añorar aún más esa sensación al sumergir la cabeza, de ver que te viene una buena y dejas de remar y te lleva…

Si nos estuviéramos viendo desde fuera, probablemente diríamos ‘qué cara de tonto se me ha quedao ahí suspirando con algo abstracto y aparentemente insignificante’. Algo tan subjetivo, tan efímero, tan lejos -ahora- del alcance de la mano…

Pero da igual, inalcanzable ahora, la webcam supone una ventana mágica a un mar de recuerdos que nos conducen a aquella ola, aquel tubo, la primera vez que viste aquel spot romper… Y a su vez nos tele transporta a un mundo de elucubraciones futuras repletas de planes y de quimeras con un denominador común: las olas. Y así, imaginando, nos podemos tirar un buen rato, más aún que con la Play, puesto que el mar no va de pasar pantallas ni derrotar villanos, sino que rasca en lo más íntimo, personal y atemporal: nuestra fantasía.

Y ahí le tenéis, ahí está el mar. Al otro lado de la pantalla, como siempre. A vista de todos y al alcance de nadie. Como riéndose de nosotros a través de un gesto inmutable porque todo esto no ha hecho más que probar que él no nos necesita a nosotros mientras que nosotros a él sí.

Por eso, sigue mudando de tono en consonancia con el cielo. Siguen rompiendo sus olas. Siguen turnándose sus mareas… Permanecen sus cuchicheos con el viento y algún banco de arena puntual. Mientras, nosotros, nos tiramos de los pelos e intentamos buscar explicación terrenal a todo esto. Ya da igual…

Cada vez que miramos la webcam observamos lo mismo: un tesoro que permanece ajeno al drama o el ritmo de vida humano porque no está a nuestro servicio. ¿Lo entiendes ahora?

Tú no tenías mala suerte cuando saltaba el viento mientras te ponías el traje o la dirección entraba demasiado cruzada y, en consecuencia, la izquierda cerraba más de lo normal.

Eso tenía que ocurrir y punto. Porque el mar, la arena y el viento, lejos de ser una app, son el mayor de los caprichos y el mayor de los misterios y nosotros somos insignificantes ante algo tan colosal.

Es más, no sabemos nada de misterios aunque sí parecemos saber mucho de apps, de ritmos de vida, de someter entornos para adecuarlos a nuestro servicio… Y a eso hemos llegado, a vernos obligados a ver el mar a través de una pantalla.

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Legi

Legi

"Llanero solitario" desde la Asturias más profunda. Lo que lee, lo que escucha y en definitiva lo que le interesa tiene siempre un toque oscuro y melancólico..pero no te dejes engañar, casi siempre tiene una sonrisa en su boca. Apasionado del diseño, del cine, la fotografía y la lectura, pero sobre todo del surfing. No compite porque se la sopla, pero bien podría hacerlo. Sponsors: Watsay, Globe, Nche y Deflow.

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