El otro día me pasé pegao al móvil todo el rato, venga dale que te dale. Tal fue así, que a eso de las 7 me quedé sin batería.
Llego a casa y lo busco para cargarlo. Mierda, resulta que el dichoso móvil se me ha olvidao en el coche. Pffffffff.
Como había aparcao a tomar por *ulo y estaba más vago que una foca en agosto, pasé de él y, claro, no pude volver a cotillear ‘Insta’ ni ver las ‘previs’ del día siguiente.
Ya por la mañana fui consciente de la tremenda catástrofe al no poder llevar a cabo mi ‘morning routine’ basada en el chequeo enfermizo de unas 15 webcams, así que… Disyuntiva: ¿voy a ciegas? ¿Me doy media vuelta? ¿Llamo a un colega desde el mócvil de mi chica para que me ponga al corriente del mar? ¡Mierda, no me sé ningún número de memoria!
Voy a ciegas. No me queda otra.
Cuando llego al parking me doy cuenta de que algo extraño ha debido de suceder ya que apenas hay coches. Es más, aparco abajo del todo, en primera línea, algo que no me ocurre desde el siglo pasao. ¡Casi me emociono y todo!
Me asomo al mirador y… ¡Definitivamente me emociono! ¡¡Sólo un tío en el agua!!
¿Qué coño pasa? ¿Vertido nuclear? ¿Nueva cuarentena por COVID VOL.2? Hay algo que me mosquea, pero qué coño…
Una vez en el agua le pregunto al otro tío (un local que ni si quiera me dirige la palabra un día normal) qué narices ha ocurrido y me responde que todos los partes daban de forma inequívoca la mitad de olas que el día anterior, eso sumado a un vientazo norte que supuestamente iba a destrozar el mar desde la madrugada. Dicho de otra forma: lo daban insurfeable para el sitio en el que nos encontrábamos.
Y está claro, se ve que todo el mundo tenía cargado su móvil y, visto lo visto, decidieron no madrugar.
¿El local? Vino de todas maneras, como buen local.
¿Un servidor? Por una vez mi vagancia me ha jugado una buena (buenísima) jugada ya que nos pasamos todo el baño, mano a mano, en un ‘spot’ que suele acoger a un mínimo de 60-80 personas cada vez que rompe.
Insólito. Irrepetible. ¡Gracias Dios mío!
Esto me ha hecho pensar acerca de lo bueno y lo malo de las ‘cams’ y los ‘forecast’. ¿Y si mintieran más a menudo? ¿Y si empeño todos mis ahorros para fundar varias páginas de ‘swell forecast’ con el fin de contar mentiras y con ello, vaciar picos? ¿Habrá forma de incrustar fragmentos de días malos en las retransmisiones en directo de las cams, como hicieron en Ocean’s Eleven para robar el casino? Tal vez la gente se lo creería a pies juntillas y yo me diera algún bañito tranquilo más a menudo.
Ya hablando en serio… Lo cierto es que los partes ayudan, pero a veces nos la meten bien doblada, ¿no? ¿Acaso hay que ser ‘premium’ para poder acceder a cierta fiabilidad?
En ocasiones las previsiones difieren tanto de una app a otra que parece una broma: si no pagas, hay viento norte acompañado de lluvia. Si nos das 15 pavos al mes, en ese caso acerca la oreja y te susurraremos bien bajito la cruel verdad: ¡madruga so vago, que ese viento con que hemos desmotivado a los pobres, va a ser en verdad una ligera brisita!
Sea como sea, quiero surfear tranquilo sin renunciar a mi ‘Morning Routine webcamera’. Es un imposible, ¿verdad? …Ojo incrédulos, también lo es aparcar en primera fila y pasarte dos horas cogiendo bombas mano a mano con ese local que ni se digna a saludarte cualquier otro día.
Un comentario
Hay todavía algo mejor que ese supuesto. El contrario: cuando el parte lo dan épico y resulta que no, que el mar sigue igual de liso que el día anterior, y te encuentras a las hordas de kooks con su cara desencajada en el párking al amanecer sin comprender por qué no está épico si en internet lo daban épico.
Menos mal que el surf, de vez en cuando, nos proporciona alguna alegría.