A menudo escuché que tal playa o tal otra era recomendable no entrar a surfear por la agresividad de los locales. Yo como nunca fui local de ninguna playa acabé en esas playas cogiendo olas. Y ¿tuve problemas?, unas veces sí y otras veces no. Diré siendo sincero que una gran parte de las veces por mi inexperiencia la razón no la tenía yo.

Hace poco apareció el artículo antisurf en esta misma revista, que hacía mención a las ocasiones en las que los locales no les quedaba más opción que intentar marcar su territorio para no ser invadidos por gente que desconoce el lugar, o no respeta las costumbres.

No voy a hacer apología de la violencia, me parece lamentable que se utilice la fuerza para tener que demostrar o tener que echar a alguien de algún sitio. Creo que hay maneras de ser “local”, que son productivas y a la vez educan al surfero de una manera sana.

En una de mis experiencias quería surfear una ola, de esas que se denominan muy locales, conseguí entrar un día y había 4 locales en el pico. Con paciencia y una sonrisa me acabaron dejando olas y gritando para que las remara. Entró una persona más tarde y se puso en el pico como si no hubiera nadie más. Le dijeron que tenía que esperar a su turno, y no hizo caso. Los mismos locales que me habían animado a remar una ola de la serie, amenazaron a otro desconocido con sacarle del agua. No hicieron falta más amenazas porque como el desconocido no conocía el sitio no cogió ninguna ola en el rato que estuvo.

Sin estos locales y su mala fama, ¿qué sería de determinados lugares que todo surfista quiere probar? Se puede considerar que el localismo es un organismo regulador en el agua, algunas veces acertado y otras poco acertado. Pero si todos respetásemos no sólo al local si no la cultura del surf y del sitio que surfeamos, ¿existirían esos locales?