Una de esas listas que más me gustó es la lista que tiene de montañas bellas. Como él decía, esas listas le encantan porque es el único en el mundo que ha conseguido subir las montañas de su lista.
Observando el mundo actual del surf tengo la sensación que tienen los escaladores en la actualidad (aunque me parece muy osado compararme con alguien de ese nivel). En el mundo del surf actual parece que para llegar a ser alguien tienes que surfear determinadas olas. Yendo al extremo de olas grandes, no llegarás a ser un gran surfista de olas grandes si no has surfeado Nazaré o Jaws, cosa que me parece cuanto menos ridícula. Tener que entrar en la rueda por tener que demostrar más o menos no significa nada. Hemos visto grandes surfistas que no han salido casi de su zona de surf y tienen un nivel que a cualquiera nos dejaría impresionado.
Creo que lo bonito que tienen los deportes que se realizan en la naturaleza es que cada cual lo vive de una manera muy distinta, se manifiesta de formas muy diferentes y tiene estilos más que peculiares. Muchas veces achaco la masificación de las playas al daño que han hecho las redes sociales y la mentalidad de lo “cool”, pero cada vez que conozco a alguien que surfea y hablo con él, la mayoría de veces entiendo que nos mueve algo parecido.
Aunque busquemos todos lo mismo, muchas veces no somos conscientes que la industria que nos rodea nos impulsa a lo mismo, a tener que ir a una ola porque es la “mejor ola de Europa” y ha salido un video de tu surfista favorito en esa ola. Como ocurre a los montañeros, existe una especie de “presión” por tener que demostrar algo. Demostrar, hay que demostrarse a uno mismo.
Busquemos nuestras olas bellas, hagamos una lista de olas bonitas, de olas que por su forma, su entorno o por lo que sea consideremos bellas. Olas que nos hagan sentir y que no tengamos por qué contar, olas que no requieran una lucha constante contra el de al lado. Nuestra lista es única y seguro que seremos los que más disfrutemos de ella.