Este invierno ha sido diferente para mi. He estado 7 meses viajando desde Indonesia hasta Australia, luchando contra mosquitos que me dejaron unas semanas en el hospital, arrecifes como el de Desert Point que me dejó unos tatuajes muy chulos de los que ahora puedo presumir, japos que compraban las olas en Keramas junto a locales de los que tuve que salir corriendo a casa porque alguno me quería matar al saltar alguna ola y australianos ricachones que se gastaban todo lo que tenían en cervezas de 10 dólares y tablas de surf de 900.
Sin duda ha sido un viaje inolvidable, he conocido a miles de personas de todo el mundo, me he tenido que buscar la vida en cada ciudad a la que iba, ya que mi presupuesto no era suficiente como para poder mantenerme al 100% . Hasta el punto de en algunos lugares trabajar para poder sobrevivir.
He estado entrenando mucho, el nivel fuera de España está altísimo, y eso me ha hecho aprender mucho, no solo a surfear mejor, también las diferentes culturas me han enseñado un montón de cosas que ahora he añadido a mi vida diaria.
En Australia por ejemplo tienen un tipo de cultura que me imagino será el futuro de lo que ocurrirá en España. En este país tan increíble se incita mucho a hacer ejercicio, y a la buena alimentación, y estas dos cosas se podían apreciar como en el 80% de la sociedad funcionaba, el otro 20% eran los surfistas The Mad Hueys, que ya podéis ver en los vídeos como funcionan.
En Indonesia era totalmente diferente a Australia, la gente aunque pobre, tenía cosas como la meditación y el yoga, otros dos aspectos importantes que me están enseñando a tener un control total de mi cuerpo y mi mente.
Las olas de los dos sitios han sido increíbles, al principio una verdadera locura; ver Superbank rompiendo, miles de derechas una detrás de otras y en Indo me tuve que frotar los ojos al ver desde un mirador Uluwatu, Padang, impossibles, y Bingin rompiendo perfectas una detrás de otra acompañadas de un paisaje que te dejaba hipnotizado. No me podía creer que eso existiera de verdad, me costó asimilarlo unos 20 minutos, esa perfección no la había visto en mi vida y poder estar allí era algo que hace 2 años temblaba de pensarlo.
En este corto que sale a continuación pude recopilar algunas pocas imágenes que conseguí en esos pocos días que disponía de cámara.