Amanecer en Las Landas, sumergidos entre un mar de nubes y una profunda niebla rastrera. Día gélido en el que apenas se podía ver el mar, las únicas referencias eran las explosiones secas de algunas bombas al romper contra los bancos de arena franceses. En momentos puntuales el viento del este aumentaba la fuerza, las pupilas se contraían y la niebla desaparecía.