«No soy muy místico con este tipo de cosas, pero estos detalles son los que te hacen pensar…»
Lo primero que llama la atención es que Kepa Acero está bien; recibe de buen grado las visitas de sus mejores amigos y sigue tan enganchado como siempre a su taza de café, y aunque confiesa que el del hospital no es nada bueno, está encantado con la atención que está recibiendo por parte del personal del Hospital de Cruces. Tampoco tiene reparos en relatar lo que ocurrió aquella mañana del 2 de enero en Mundaka.
«Estuve mirando un buen rato y el mar estaba bastante parado, pero cada mucho tiempo venía una serie muy buena, como de metro y medio. Me puse un traje bien gordo y esperé en el pico un montón de tiempo. Finalmente esa serie llegó y estaba solo en el pico. Dejé pasar la primera y fui a por la segunda. La bajé y me metí al tubo. Iba rápido, con el pie de adelante muy adelantado en la tabla…pasé una sección y me cayó otra sección por delante y es ahí cuando me caí y me di con el fondo. No recuerdo nada salvo una cosa, que intenté mover los brazos para salir a la superficie pero no respondían. Ahí es cuando pensé que se acabó, que tenía algo serio de verdad.»
No es que hiciéramos mucho, pero probablemente fue lo suficiente para salvarle la vida.
Iñigo Ibarzabal, un surfer de Donosti asiduo a Mundaka vio que algo pasaba y reaccionó de inmediato.
«Yo cogí la ola anterior y me cerró, cuando empecé a remontar de nuevo vi a Kepa en la ola por dentro del tubo, hasta el punto que cuando me llegó la espuma me eché las manos a la cabeza porque no tenía claro si nos podíamos chocar. Cuando la ola le cerró me llamó la atención que Kepa no subió a la superficie con fuerza, como se suele subir normalmente, sino que era un poco por inercia. Cuando me acerqué para comentarle la ola, estaba agarrado a su tabla de mala manera y sólo decía «ayuda por favor». Se quejaba de la espalda y decía que apenas veía…y algo más tarde dijo que no veía nada. Ahí es cuando de verdad me empecé a asustar. Entre mi amigo Gaizka Ferreres y yo le subimos a la tabla y le fuimos empujando uno por delante y el otro por detrás. Luego aparecieron Aletxu, Eukeni, Nando y Natxo y le sacaron definitivamente del agua.»
Al hilo de todo esto Gaizka nos contaba
«Comentamos en plan de broma que hasta ahora veíamos a Kepa como un ídolo, pero a partir de ahora él igual también nos ve a nosotros de ese modo. No es que hiciéramos mucho, pero probablemente fue lo suficiente para salvarle la vida.»
Kepa sintió un gran alivio al sentir el suelo en sus pies.
«En ese momento supe que no iba a ser tan grave. Una ambulancia me llevó hasta Gernika, donde me hicieron placas que enviaron directamente al hospital en Bilbao. Cuando llegué allí lo primero que me dijo el médico es que estaba bien, y a continuación me dijo que tenía el cuello roto y que me había librado de una muy gorda por muy poco. Es algo que suele repetirse cuando ocurre un accidente, pero me dijeron que esta vez era de verdad. Lo bueno es que recibí la noticia un poco de sorpresa, porque yo creí que no iba a ser nada grave, así que no tuve tiempo de asustarme.»
Hasta dentro de 5 o 6 meses no volveré a la normalidad, pero ahora estoy feliz porque me he librado de una buena, y tengo ganas enormes de hacer cosas normales, como ir a pasear a mi perro y cosas así.»
Todo va a salir bien Kepa.
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