Aupa Plato! Lo primero agradecer vuestro interés por la entrevista. Detrás de Kantauriko Olatua esta Pauloski, la que busca caminos emocionales que lleven a un mundo artístico-creativo, y detrás de Pauloski esta Paula Odriozola, que sigue un camino lógico donde encuentra un escenario más técnico. En esta eterna dualidad del ser humano entre la pasión y razón, vamos navegando.
Nunca tuve relación con las cámaras hasta que descubrí la existencia de la fotografía acuática. Las primeras fotos desde el agua que vi, me las mostró el domador de caballos salvajes y olas, Jaime, en diciembre de 2013: surf en las islas Mentawai. Me llamó mucho la atención la belleza del azul turquesa, la estética curva del tubo y las texturas de la superficie del agua. También me impactó especialmente la pasión con la que “el surfer” (subespecie de todas las costas donde haya olas) describía la sensación de surfear una ola perfecta con tubo, una experiencia que involucra estar integrado en un bellísimo paisaje marino y fluir con la energía de la ola en el deslizamiento. Al mismísimo día siguiente, espontáneamente caminé hacia la playa (Sope) con una cámara sumergible barata a la que nunca había dado uso, un neopreno viejo acartonado y una aletas que me dejó Aritza de Peñatxuri. Rompía un cuarto con puesta de sol invernal. Fue, la ostia. Durante todo el baño sentí una corazonada descomunal. Esa fusión de capturar una imagen visual tan cruda, que involucra sumergirse, comprender y respetar el medio natural … no me ha dejado de apasionar desde ese día 1.
Ese mismo día, mientras salía del agua me dije: QUIERO ESTO. Pero después de experimentar profesionalmente el oficio, el conflicto “pasión y razón” tocó la puerta. Fue una intensa reflexión interna en la que debía elegir mi medio de vida. En la elección, la razón se enraizó fuerte a la tierra, y desde 2018 me dedico a la docencia. Las asignaturas son dibujo técnico, plástica y audiovisuales, una rama me permite seguir conectada con el arte visual. Y sin duda el tiempo libre va directo al AGUA.
Me gustaría transmitir el valor de nuestro bien más importante que es la naturaleza. Llevo unos años dando visibilidad a las alternativas sostenibles. Las tablas de madera de Paulownia, por ejemplo, son una solución ecológica con una funcionalidad excepcional. Es una madera extremadamente ligera, resistente e impermeable (y super bonita). El proceso de construcción es mas lento y artesanal, y por eso son más caras en la compra, pero a largo plazo resultan ser más baratas por su gran durabilidad. Hasta hoy no he visto ninguna tabla de madera partida, véase a la surfista Andrea Molina usando las de marca Flama, o en el cortometraje “Zuku Truku” en los tubazos en Mundaka con la 5’10.
Mundaka en Otoño.
No tengo canción favorita pero si hago un ritualillo cada vez que voy a Meñakoz: ir en silencio. La belleza y energía colosal de ese lugar, es algo distinto. Es sagrado.
Interesante cuestión. Una sesión de fotos buceando olas cristalinas es maravilloso, pero me enamora mucho más la sensación de compartir unas olas con mis amigas en la playa de casa. Surfear (o intentar hacer algo que se parezca a eso con mi tabla de madera) en compañía de otras sirenas marinas, me alimenta mucho espiritualmente. Ver que están encantadas de pillarse unas olitas me contagia vida. La sal de la vida.
Gracias Plato 😊