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El triunfo de la voluntad

Cuando un autor se propone escribir una novela cuyo protagonista pasa hambre, lo primero que ha de hacer es pasar hambre él mismo.
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Cuando un autor se propone escribir una novela cuyo protagonista pasa hambre, lo primero que ha de hacer es pasar hambre él mismo.

Pero hay dos tipos de hambre. Una es un hambre autoimpuesta y bajo la cual subyace la certeza de tener comida en la nevera. La segunda, es un hambre que se padece por falta total de alimento y se somete a un agente externo: la carencia. Por tanto, ésta resulta ser un hambre preocupante, desquiciante… Que incluso puede desembocar en la locura o la muerte, mientras que la primera puede llegar a ser gratificante dado que supone el triunfo de la voluntad –y la salud- ante la ansiedad o la glotonería.

Cuando alguien te dice ‘qué más te da que no te dejen surfear esta semana. Va a estar pequeño y tal vez no irías de todos modos’, está pasando por alto la diferencia abismal que existe entre no coger olas por decisión propia o no hacerlo por imposición. Esa diferencia abismal se llama voluntad. Y la voluntad es la única cosa capaz de desestabilizar –o derrumbar- el espíritu de una persona.

Eso se debe a que la voluntad siempre doblega al cuerpo mientras que el cuerpo jamás triunfa sobre la voluntad. De ahí que, si lo decides, madrugues pese a tener sueño, padezcas sufrimientos que conducen la mejora de tu pasión o incluso puedas atentar explícitamente contra tu propio físico. Aunque a priori esto pueda parecer un disparate, recordad aquel montañero que se cortó la mano (atrapada bajo una roca) para sobrevivir o imaginad quien accede a amputarse un miembro gangrenado o por el cual circula el veneno de una serpiente.

Y por eso, en última instancia, es más fácil acallar el dolor físico que el moral y tú puedas dormir cuando te duele una rodilla (antinflamatorio y pista) pero te cueste conciliar el sueño si no tienes la conciencia limpia.

Y es que la voluntad, el espíritu, la conciencia o el alma, llamadlo como queráis, no son amigos ni de celdas ni de engaños.

Dando por hecho que esta es una cuestión más-que-egoísta ya que tenemos cama, wifi, agua corriente y comida en la nevera, pero volviendo al ejemplo de no surfear, en un caso por no querer y en otro por no poder, ambos desembocan en una misma situación física (no coger olas) pero nacen dos causas diametralmente opuestas (no me da la gana – no me dejan pese a tener ganas). Por eso, sólo una persona con la voluntad doblegada ante una causa ajena a sí misma puede empatizar con la verdadera naturaleza de ambos padecimientos, mientras que otra cuyo espíritu no haya sido limitado y sólo tenga falta de ganas o dolor físico, por ejemplo, es capaz de comprender solamente uno.

El hecho de cobrar la misma apariencia final -ante los ojos- pese a obedecer a un principio espiritual contrario tiene tantos símiles en la naturaleza que, yéndonos al más radical de todos, viene a ser lo mismo que morir deseando la muerte o morir pese añorar la llegada de un nuevo día.

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Legi

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"Llanero solitario" desde la Asturias más profunda. Lo que lee, lo que escucha y en definitiva lo que le interesa tiene siempre un toque oscuro y melancólico..pero no te dejes engañar, casi siempre tiene una sonrisa en su boca. Apasionado del diseño, del cine, la fotografía y la lectura, pero sobre todo del surfing. No compite porque se la sopla, pero bien podría hacerlo. Sponsors: Watsay, Globe, Nche y Deflow.

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