Nos llegan noticias de Madeira, donde se rumorea que quizás haya que empezar a pagar por surfear sus olas. Según parece el año pasado el gobierno regional trató de aplicar una directiva muy polémica a las tasas que deben pagarse por la población para disfrutar de la naturaleza de su propia tierra. Más concretamente «actividades lúdicas sin finalidad comercial» , entre las que se encuentra el surf.
El caso es que la aplicación de esa nueva ley se fue desinflando a medida que se acercaban las elecciones, pero una vez que ya pasaron, parece ser que se quiere avivar de nuevo.
La idea parece del todo desacertada. Para empezar, la tasa es aplicable a los propios habitantes de la isla, lo que además de estúpido, es tremendamente injusto. Y en el hipotético caso de que se aplicara sólo a turistas, la recaudación no parece compensar el daño que puede hacer a nivel de imagen. Hay que recordar que Madeira no es Bali y no parece realista pensar que hordas de surfistas vayan a invadir un lugar donde las olas precisamente ni sobran, ni abundan.
Cuando pensamos en Galicia, nos viene a la cabeza ese lugar alejado de todo que aún alberga aventura e incertidumbre
También nos ha escrito gente cabreada para que hablemos de la nueva campaña que se ha presentado en Fitur con el fin de fomentar el turismo surfero en Galicia.
El caso es que mucha gente allí está ardiendo porque se ha publicado un detallado mapa con gran parte de los spots, entre los que se encuentran algunos lugares secretos o que simplemente la comunidad surfera no quiere que se conozcan más. Desde aquí no vemos nada malo en fomentar Galicia como destino surfero, y ni siquiera vemos nada malo en publicar mapas, porque en internet puedes encontrar un montón…pero lo de los secret spots entendemos que pueda molestar.
La estrategia por otra parte parece más que cuestionable. Cuando pensamos en Galicia, nos viene a la cabeza ese lugar alejado de todo que aún alberga aventura e incertidumbre…un lugar que motiva explorar en Google Maps e inspeccionar todos esos recovecos que pueden albergar olas perfectas en un momento dado.
Por eso, mostrar sin pudor los spots secretos no parece del todo inteligente. Quizás hubiese sido más acertado vender el destino como ese lugar salvaje donde perderse…donde aún es posible subir una duna y encontrarte una ola perfecta; algo que por ejemplo en Euskadi ya se sabe no puede pasar. No hay mejor ejemplo que lo que hizo el longboarder inglés Mike Lay el año pasado. Un vídeo que funcionó muy bien, que no enojó a nadie y que puso Galicia en el mundo.